A pesar de que el 1% de la población padece esquizofrenia, en los últimos años se ha producido un estancamiento en el desarrollo de fármacos que ayuden a neutralizar sus síntomas. No obstante, ahora hay más motivos para la esperanza.

El Consorcio Internacional de Genómica de la Esquizofrenia ha publicado un estudio en la revista Nature con las 108 áreas del genoma (83 de ellas desconocidas hasta ahora) en las que podría haber genes implicados en el desarrollo de la enfermedad. Estos resultados podrían conducir a nuevos fármacos para el tratamiento de los distintos síntomas. Para el estudio, los autores analizaron 36.989 muestras genéticas de pacientes con esquizofrenia y 113.075 de voluntarios sanos, la mayor muestra del genoma ampliado hasta la fecha.

«El hecho de que hayamos sido capaces de detectar los factores de riesgo genéticos en esta escala masiva es una muestra de que la esquizofrenia puede ser abordada con los mismos métodos que ya han transformado nuestra comprensión de otras enfermedades», aseguró el autor principal de la investigación, el doctor Michael O’Donovan, quien además considera que la búsqueda de un tratamiento eficaz «se ha estancado en los últimos 60 años».

Por un lado, el estudio ha aportado nuevas pruebas sobre la asociación que existe entre la enfermedad y la región del genoma que contiene DRD2 (el gen que produce el receptor de dopamina), diana de todos los medicamentos aprobados para tratar los brotes psicóticos.

Por otro parte, y lo que resulta más novedoso, los investigadores encontraron varios genes asociados a la esquizofrenia que están activos en el sistema inmunológico. Este descubrimiento refuerza la tesis de que la esquizofrenia es también un proceso inmune.

El doctor Julio Sanjuan, coordinador de la investigación de la Esquizofrenia del Cibersam y uno de los autores de un estudio previo también publicado en Nature, considera que lo que conocemos como esquizofrenia «no es una enfermedad mental con características específicas, sino un desorden complejo con un conjunto de síntomas que se caracterizan por provocar alucinaciones, delirios y trastornos del pensamiento». Según Sanjuan, los factores externos que influyen en su aparición son «el consumo de cannabis, pertenecer a una etnia minoritaria, vivir en un núcleo urbano y haber sufrido maltrato durante la infancia».

Redacción QUO