1.- Tentación. Al individuo le asalta un deseo irresistible e imparable de tomar algo que no es suyo. Normalmente fija sus ojos en un objeto sin valor económico, ni práctico.
2.- Titubeo. La necesidad de cometer el hurto le impacienta cada vez más y presenta una fuerte carga emocional.
3.- Ahogo. Los intentos de resistencia, ya que es consciente de que lo que hace está mal, fracasan y la tensión aumenta.
4.- Bálsamo. Tras hacerse con el botín, experimenta placer y alivio. Solo si es descubierto siente disgusto y desazón.
5.- Remordiemiento. Una hora después del hurto, toma conciencia de su acto y aflora el sentimiento de culpa. Es indiferente a lo robado.
Redacción QUO