Si somos como actuamos, entonces somos pura química; la química de nuestros cerebros. Y entre la extensa lista de ingredientes que modelan nuestra actitud hay un neurotransmisor que destaca por méritos propios: la serotonina. Esta sustancia tiene el timón de las emociones, del sueño, del apetito; hasta del movimiento y de la respiración. Por eso, la noticia de que los investigadores de la universidad norteamericana de Wisconsin-Madison han conseguido producirla con éxito a partir de células madre dibuja un futuro feliz. ¿Podremos algún día adquirirla en el supermercado para dormir mejor y, de paso, mejorar el humor de perros con el que hemos castigado a los compañeros de trabajo los últimos días?

Quizá sea demasiado pedir, pero lo que sí parece más cercano es la aparición de nuevos tratamientos que sí ayudarán a mejorar el ánimo colectivo, porque la serotonina también está íntimamente relacionada con la ansiedad y la depresión. Según uno de los artífices del estudio, Su-Chu-Zhang, que fue publicado ayer en la revistaNature Biotechnology, sus neuronas productoras de serotonina “pueden ayudar a desarrollar medicamentos nuevos, más efectivos, especialmente para tratar funciones neuronales superiores que tan difíciles son de estudiar en ratones y ratas”.

No solo eso. Como las neuronas productoras de serotonina se desarrollan a partir de células madre, su técnica no solo promete tratar de una manera verdaderamente eficiente enfermedades como la depresión, la ansiedad y el trastorno bipolar. Los tratamientos serían mucho más efectivos si la serotonina se produjese de células madre derivadas de la piel de los propios pacientes.

El estudio es un paso adelante interesante porque los investigadores han tomado un camino distinto al habitual para comprobar que lo que sus neuronas producían es serotonina. Han empleado medicamentos aprobados contra la ansiedad y la depresión para comprobar que tenían el efecto esperado. El gran viene ahora, y se dará cuando alguien pase de examinar otros fármacos a producir los de una nueva generación.

Redacción QUO