Cada vez queda menos para confirmar si el origen del síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV), se encontraría en un contagio de murciélagos a camellos. Para llegar a estos resultados, investigadores de todo el mundo se enfrentan a un terreno poco explorado que podría dar lugar a la primera vacuna. Ahora, investigadores de la Universidad de Bonn apuntan otra vez a este animal para atribuirle la responsabilidad de otra enfermedad: el resfriado común.

Entendemos por coronavirus a todos los virus ARN pertenecientes a la familia Coronaviridae. De ellos, cuatro son capaces de causar una infección en seres humanos. El MERS, concretamente, tiene un origen animal, siendo muy difícil la transmisión de ser humano a ser humano. Los estudios actuales señalan a un contagio a camellos por parte de murciélagos, sucedido en un pasado lejano.

“Hemos examinado el MERS en unos 1.000 camellos. Nos sorprendió encontrar patógenos relacionados con ‘HCoV-229E’, el virus del resfriado común humano, en casi el seis por ciento de los casos”, explica Christian Drosten, del Instituto de Virología del Hospital de la Universidad de Bonn.

Se trata de un hallazgo que se desprende del estudio del origen del MERS. Los científicos encontraron los mismos coronavirus en murciélagos sudafricanos (concretamente de la familia Hipposiderae o murciélagos de nariz de hoja) y la alpaca común, un camélido emparentado con los camellos y los dromedarios.

Según lo describe Drosten, el MERS es un “extraño” patógeno. No se ha adaptado del todo a los seres humanos. “Nuestro estudio actual nos ofrece un alarmante signo de la pandemia del MERS, ya que podría hacer lo que el HCoV-229E hizo”, destaca el autor. Se refiere a que el virus del resfriado común, en el pasado, tampoco estaba demasiado adaptado a los seres humanos.

La investigación, una clave para conocer y acabar con el problema

Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se han dado 1791 casos de infección a nivel mundial por MERS-CoV, confirmadas mediante pruebas de laboratorio, desde su descubrimiento en septiembre de 2012. Los 21 países donde se propagó dieron lugar a una situación de alarma mundial, al producirse casos en lugares como Alemania, Francia, Filipinas, Egipto, China o Italia. Los episodios más graves se han dado en Corea del Sur, Arabia Saudí, Jordania y Kuwait.

El virus tuvo especial impacto en Corea del Sur, donde llegó a través de un viajero de Oriente Medio. El brote, en solo unas semanas, llegó a producir 175 casos confirmados y 27 muertes. El último país en incorporarse fue Estados Unidos, donde un paciente norteamericano que trabajaba en Arabia Saudí dio positivo en Indiana el 2 de mayo de 2014. La OMS ha datado un total de nueve casos de infección entre el 2 y el 14 de julio de este año, siendo dos de éstos mortales.

La última reunión del Comité de Emergencia de la OMS sucedió a finales del año pasado. Allí remarcaron la importancia de la investigación para la acción de los sistemas mundiales sanitarios. «Las autoridades nacionales deben garantizar el intercambio rápido y oportuno de la información de importancia para la salud pública, incluidas las investigaciones epidemiológicas, información de la secuencia genética del virus y las conclusiones de los estudios de investigación”, remarcaron en un comunicado.

La Universidad de Bonn es una de las que más han investigado el origen de esta enfermedad. Los investigadores de este estudio proceden del Centro Alemán de Investigaciones sobre Infecciones (DZIF, por sus siglas originales), que tiene como objetivo la elaboración de una vacuna que sirva para combatir el MERS. Los resultados fueron un éxito en ratas modificadas. A principios del año que viene comenzarán, según estiman, los primeros ensayos clínicos.

El estudio, titulado Link of a ubiquitous human coronavirus to dromedary camels, se encuentra publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

Redacción QUO