La primera vacuna contra el sida desarrollada en España se prueba desde enero en 30 voluntarios sanos. El ensayo, financiado por el Fondo de Investigaciones Sanitarias, se ampliará en 2011 a otros 3.000. Pero lo más importante es que abre una nueva vía en la búsqueda de vacunas. Una vez fracasadas las investigaciones que buscaban tratamientos que evitaran la infección; ahora se busca una terapia que palíe los efectos de la enfermedad.

Pregunta: En 1999, los especialistas preveían una vacuna contra el sida en diez años.
¿Por qué no se ha cumplido dicho pronóstico?
Respueta: Porque el VIH ha resultado ser muy distinto de los virus que conocíamos. La gran mayoría son, por una parte, estables genéticamente, y por otra, infectan a unas células que no son importantes en nuestro sistema inmunitario. En cambio, el VIH muta sin parar, de manera que los virus “hijos” que surgen tras replicarse son, por decirlo de alguna forma, distintos genéticamente del “padre”. ¿Cómo influye esto? Hace que, en ocasiones, los anticuerpos (las células de defensa que genera el organismo) ya no funcionen contra sus descendientes. Y la segunda peculiaridad es que el virus afecta específicamente a las células T, encargadas de coordinar todo el sistema inmunitario, de manera que, al infectarlas, se altera al mismo tiempo todo el sistema defensivo.

Pregunta: Los científicos ya no se atreven a hacer pronósticos…
Respueta: Ahora somos más cautelosos porque conocemos mejor el virus. En todo el mundo hay quince posibles vacunas en desarrollo, e investigar cada una lleva no menos de 8 ó 10 años. En el caso de que hubiera suerte con alguno de estos estudios, el tratamiento no estaría disponible antes de este período.

Pregunta: ¿Estamos en un callejón sin salida en investigación de vacunas?
Respueta: Habíamos entrado en algo parecido, pero se han reorientado las investigaciones tras muchos fracasos. Hasta ahora se buscaba una vacuna como las que funcionan para otras enfermedades; es decir, un tratamiento que, una vez administrado, evite la infección. En cambio, ahora el objetivo es que, una vez infectada la persona, no llegue a desarrollar la enfermedad.

Pregunta: ¿Puede decirse que es más parecida a una vacuna como la de la gripe?
Respueta: Sí, en el sentido de que la vacuna de la gripe no evita que una persona contraiga el virus que la provoca; lo que hace es que los síntomas sean más leves. Las vacunas que se buscan contra el sida son protectoras de la evolución, no de la infección.

Pregunta: ¿Por eso dicen que la que ensayan el CSIC, el Hospital Gregorio Marañón y el Clínico de Barcelona no es totalmente preventiva?
Respueta: No lo es, en el sentido de que un paciente que se vacune se puede infectar por el virus, pero tendrá una infección con muy bajo riesgo. Lo que intentamos es reproducir la situación que se da en un grupo de personas que llamamos lentos progresores o no progresores de la enfermedad. Solo representan un 1% de los infectados, pero lo importante es que a los 15 ó 20 años de contraer la infección tienen el virus a un nivel muy bajo, y la mayoría sigue sin tratamiento.

Pregunta: ¿Qué aporta la que ensayan?
Respueta: Hemos usado la vacuna de la viruela, muy modificada, introduciéndole cuatro genes que codifican proteínas del VIH, aquellas que más reconoce nuestro sistema inmunitario. Al mismo tiempo que se está reproduciendo el virus, expresa las proteínas del VIH que son reconocidas por el sistema inmunitario. Esperamos que genere una protección contra esas proteínas.

Pregunta: ¿Las personas que participan en el ensayo corren algún riesgo de infectarse con el VIH?
Respueta: El riesgo es cero absoluto. No estamos vacunando con proteínas importantes del virus, sino con proteínas de la cubierta, y falta todo el genoma del virus.

Pregunta: La colaboración entre el CSIC y dos hospitales es de por sí una noticia. ¿Cómo la interpreta?
Respueta: España despierta poco a poco al mundo científico, aunque todavía faltan recursos. En VIH, nuestro país es un ejemplo en buena investigación clínica.

Redacción QUO