Durante años, principalmente gracias al libro And the Band Played On, del periodista Randy Shilts, el auxiliar de vuelo Gaétan Dugas fue conocido como el paciente cero del VIH y por ello demonizado como uno de los grandes culpables. Pero nuevos estudios redimen a Dugas, explican cómo surgió el término (aún hoy usado para epidemias como Ébola o Zika) y reconstruyen la llegada de la enfermedad a Estados Unidos y su expansión.

De acuerdo con Richard McKay, de la Universidad de Cambridge y responsable del primer trabajo, publicado en Nature,la expresión paciente cero se debió a un error.En 1982 el Centro de Control de Enfermedades (CDC) seguía la pista del VIH entrevistando a varios hombres con Sida en el estado de California. El objetivo era saber con quienes habían tenido relaciones para seguir el rastro de la enfermedad.Uno de los nombres que más a menudo surgían en las entrevistas, a pesar de no residir en California era el de Dugas. Las parejas del auxiliar de vuelo, descubrió el CDC, se encontraban por todos Estados Unidos y hasta en París. Para llevar un registro de los entrevistados, el CDC tenía un código de números y letras, los casos de Los Ángeles eran LA 1, LA 2 y los de Nueva York, NY1, NY2 y así. Al escuchar hablar de Dugas por primera vez en California, pero sin referencias de su residencia, lo nombraron Caso 057 y fue conocido como Out(side)-of-California (Fuera de California) que más tarde se abrevió a O, por la letra, no por el número cero.

“Algunos científicos – explica McKay – que intercambiaban información sobre la investigación, comenzaron a interpretar la letra como un dígito, y en lugar de referirse al paciente O, comenzaron a halar del paciente 0. Cero es una palabra muy ambiguo. Puede significar nada. Pero también puede significar el comienzo de todo”. Lo que pocos saben es que la información proporcionada por Dugas en las diversas entrevistas permitieron ampliar la investigación y rastrear más eficazmente la epidemia. De hecho, más del 65% de los hombres entrevistados informó que había tenido más de 1.000 parejas en sus vidas y el 75%, más de 50 en el último año. Sin embargo, la mayoría solo podía ofrecer el nombre de unos pocos de ellos. «Esperamos que esta investigación – concluye McKay – permita a los investigadores, periodistas y al público en general reflexionar antes de usar el término paciente cero. La frase lleva muchos significados y una historia compleja detrás”.

Si este estudio es un trabajo de hormiga, rastreando registros y entrevistas enterradas durante 40 años, el segundo, también publicado en Nature , es de una dificultad similar, solo que en lugar de bucear entre papeles, los expertos de la Universidad de Arizona, lo han hecho entre genomas. Liderados por Michael Worobey, experto en evolución de los virus y con la colaboración de todo el material aportado por McKay, los investigadores fueron capaces de restaurar las muestras de sanguíneas de 4 décadas atrás para reconstruir los orígenes de la epidemia con una precisión sorprendente.

Uno de los primeros obstáculos con los que se encontraron fue la edad de las muestras.
“Los métodos estándar – señala Worobey –tales como las pruebas serológicas para la detección de anticuerpos nos pueden decir si una persona tenía VIH, pero probablemente no podremos obtener las secuencias genéticas del virus porque para ello se necesita el ARN del mismo y esta es una molécula muy delicada que se rompe fácilmente”.

La respuesta fue desarrollar una nueva técnica que consistía en separar el genoma humano en pequeños fragmentos y extraer de allí el ARN del VIH. Esta técnica se puede aplicar para obtener muestras de otros virus, como por ejemplo el Zika. En total se analizaron con esta nueva técnica unas 2.000 muestras obtenidas entre 1978 y 1979 y de allí se obtuvieron 8 secuencias completas del ARN, que representan las muestras más antiguas del VIH en Estados Unidos. Entre los primeros descubrimientos realizados gracias a esta técnica figura el hallazgo de que ya en los años 1970 la diversidad genética del VIH era muy extensa, pero también aportó evidencia de la velocidad a la que se expandió el virus, una vez que cruzó el Atlántico, desde África, rápidamente se extendió por el Caribe y desde allí a Estados Unidos, donde permaneció casi ignorada hasta que se disparó en Nueva York, algo que según las secuencias obtenidas del virus, habría ocurrido en 1970. Desde allí se expandió hasta California donde se detectaron los primeros pacientes en 1981. “Toda esa información – concluyeWorobey – se encuentra en el ARN del virus de 1970. Nuestros análisis muestran que el brote que se produjo en California y disparó las alarmas que llevaron al descubrimiento del SIDA, eran en realidad vástagos del brote que comenzó en Nueva York”.

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Tras salir de África y llegar al Caribe, el VIH se expadió por Nueva York y luego por diferentes ciudades de Estados Unidos. El mapa muestra cómo los expertos reconstruyeron las diferentes cepas del virus hasta identificar la que llegó desde el Caribe. Esto demostró que el virus llevaba diez años en el país antes que se detectara. Crédito imagen: Worobey et al./Nature
Estos trabajos no solo han cambiado nuestra visión del pasado, también buscan modificar el futuro. La nueva técnica desarrollada por Worobey permitirá realizar pruebas más sensibles que detecten con mayor anticipación un virus en aquellas personas que no son conscientes que se han infectado recientemente.

Juan Scaliter