SALUD

Entrevista a Ray Hammond

En solo veintiún años, los teléfonos móviles se habrán transformado en implantes neuronales que nos permitirán también conectarnos mentalmente a internet, y los niños que nazcan en el mundo desarrollado en esa fecha tendrán muchas probabilidades de celebrar su 130 aniversario. ¿Fantasía? No, según afirma Ray Hammond, profesor del Instituto para el Futuro de la Humanidad de la Universidad de Oxford, en su libro El mundo en 2030. Hay que aclarar que el autor no es un adivino, sino una autoridad en prospectivas de futuro que ¡ya en 1983! vaticinó la eclosión de la era de internet.
Pregunta: ¿En qué se basa para estar tan convencido de que el futuro inmediato será tal y como lo describe en su libro?
Respuesta: No tengo poderes, ni una bola de cristal que me permita ver el futuro. Las conclusiones que expongo en el libro son el fruto de quince años de trabajo. Consulto con los mejores expertos en cada área, analizo datos de miles de estudios y estadísticas…

Pregunta: Según usted, ¿debemos estar esperanzados respecto a lo que nos depara el futuro o la cosa es como para echarse a temblar?
Respuesta: En general, en 2030 el mundo será mucho mejor que el actual. Habrá más riqueza, la gente gozará de mejor atención sanitaria… Pero también nos enfrentaremos a desafíos muy importantes. Nuestro bienestar dependerá de la capacidad para darle la respuesta adecuada.

Pregunta: ¿Cuáles serán esos desafíos?
Respuesta: Los habrá sociales y tecnológicos. Los primeros están claros. Aunque cada vez más gente tendrá la posibilidad de acceder al bienestar, paralelamente la brecha entre el mundo desarrollado y el resto de los países se hará mayor. Y el malestar que se creará será una fuente de conflictos.

Pregunta: ¿Y los retos tecnológicos?
Respuesta: Esta va a ser la década de la robótica. La existencia de máquinas a nuestro servicio y androides de plástico que realicen las tareas más duras será una realidad dentro de poco. Pero además, la informática va a vivir una revolución sin precedentes. La fecha en que seremos capaces de crear el primer ordenador realmente inteligente y autónomo está muy próxima. Yo calculo que sucederá entre el año 2027 y 2030.

Pregunta: ¿Cómo puede estar tan seguro?
Respuesta: Me baso en diversos criterios de trabajo. Uno de ellos es analizar el ritmo al que está aumentando la capacidad de computación de cada nueva generación de máquinas.

Pregunta: ¿Y estamos preparados para esa revolución tecnológica?
Respuesta: En absoluto. Y lo peor es que no existe interés por abrir un debate sobre las implicaciones que tendrá convivir con máquinas que serán más inteligentes que nosotros.

Pregunta: ¿Supondrá una amenaza?
Respuesta: No forzosamente, si somos capaces de aprender a manejar esa realidad. Aunque sí produce un poco de escalofrío pensar que un día podemos enfrentarnos a esa supermáquina y preguntarle: “¿ Existe un dios?”, y que nos responda: “Ahora sí: Yo”. ¿Qué haremos entonces?

Pregunta: ¿ Desenchufarla?
Respuesta: No sería posible. Una máquina con semejante capacidad de computación ya habrá previsto esa contingencia y buscado maneras alternativas para nutrirse de energía.

Pregunta: En cierta forma, usted también pronostica que nosotros mismos nos convertiremos en cyborgs.
Respuesta: No tanto como eso, pero gracias a los implantes cibernéticos y neuronales tendremos nuestro móvil en el cerebro y estaremos mentalmente conectados a internet.

Pregunta: ¿Pero las personas no sentirán rechazo a realizarse implantes?
Respuesta: Al principio, sí. Pero luego no quedará más remedio. Quien no esté conectado estará fuera de juego.

Pregunta: En su libro afirma que los avances genéticos van a producirse a una velocidad de vértigo. ¿Veremos clones humanos?
Respuesta: Los veremos, pero solo como criaturas de laboratorio. No creo que a la gente (salvo a algún millonario excéntrico) le interese la posibilidad de crear un ser físicamente idéntico.

Pregunta: Pero sí le interesará la posibilidad de que gracias a la ingeniería se repare un organismo enfermo.
Respuesta: Y eso será posible en 2030, al menos en los países ricos. La gente tendrá órganos de repuesto desarrollados a partir de su propio ADN y conservados en bancos. Además, quien tenga dinero suficiente podrá permitirse el lujo de usar esas terapias para frenar el envejecimiento. Lo que no sé es si estaremos psicológicamente preparados para tener 130 años y aparentar 40.

Redacción QUO

Redacción QUO

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