Si hay una especia que se ha puesto de moda en la cocina actual, esa es la cúrcuma. Primero, por el sabor que aporta a cualquier plato y, segundo, por sus supuestas propiedades medicinales. De ella se ha dicho que es buena para los pacientes de artritis, para quienes sufren cirrosis, y que incluso ayuda a tratar la depresión.
Pero lo cierto es que, por el momento, ninguna de esas propiedades beneficiosas ha sido corroborada por la ciencia. Un reciente informe realizado por Michael Walters, investigador de la Universidad de Minnesota en Minneapolis asegura que, pese a los ciento veinte ensayos clínicos realizados sobre esta sustancia, no se ha encontrado ninguna evidencia de sus propiedades saludables.
La responsable de la buena fama de esta especia era una molécula conocida como curcumina. Pero el estudio realizado por Michael Walters concluye que esta sustancia se comporta de una forma tan peculiar que puede engañar a los investigadores haciendo creer que tiene propiedades curativas cuando no es así.
Generalmente los compuestos que pueden servir para generar fármacos son aquellos que tienen la facultad de unirse a las proteínas relacionadas con alguna enfermedad y, cuando se produce esa unión, se genera un tipo de fluorescencia natural. Pero la curcumina produce una fluorescencia artificial que hace creer que la unión con esas proteínas ha sido un éxito, cuando en realidad no es así.
Además, el estudio pone de manifiesto otras muchas valoraciones que llevan a concluir que la curcumina realmente no tiene propiedades medicinales.
Eso sí, sigue dándole a los guisos un sabor realmente sabroso.
Fuente: ACS Chemistry for life.
Vicente Fernández López