“Doparme era parte de mi trabajo”. Así de contundente se mostraba a comienzos del año 2013 el exciclista Lance Armstrong en una entrevista que concedió a la presentadora Oprah Winfrey en EE.UU. Ya había sido despojado oficialmente de sus 7 títulos del Tour de Francia y no le quedó más remedio que reconocer públicamente que se había dopado durante años con EPO (una hormona que estimula la producción de glóbulos rojos con el objetivo de aumentar el aporte de oxígeno a los músculos) y otras sustancias. Tras estas declaraciones, en septiembre de ese mismo año devolvió la medalla olímpica de bronce que consiguió en Sidney 2000.

Toda una historia arruinada por una proteína que parece no otorgar ningún tipo de ventaja física sobre quien la toma. Así lo ha confirmado un estudio científico del Centro sobre Investigación de Drogas de Leiden (Holanda), que se ha realizado con la ayuda de 48 ciclistas amateur en buena forma a quienes se les animó a hacer una serie de pruebas físicas, entre ellas la etapa de Mont Ventoux del Tour de Francia, una de las más duras que hay en la competición. Para realizarlas, la mitad de ellos se inyectaron EPO durante 8 semanas mientras que la otra mitad recibió un placebo.

¿El resultado? Tras acabar la etapa de montaña de 21’5 km de subida (que ya había sido precedida de otros 110 km de pedaleo) mostraban que todos habían conseguido resultados prácticamente iguales. A pesar de que quienes habían consumido EPO tenían unas concentraciones mayores de hemoglobina en sangre (que ayuda al transporte de oxígeno) esto no se traducía en una mejora de la eficiencia, el ritmo cardíaco o la respiración, comparado con el resto de integrantes del estudio a quienes solo se les dio un placebo.

El líder de la investigación, Jules Heuberger, lamenta que los ciclistas sean tan ingenuos al creer que estas sustancias ilícitas son efectivas: “Es trágico tener que perder tu carrera por algo que no funciona, perder siete maillots amarillos por una droga que no tiene efecto, y que solo afecta a la psicología del deportista. Creo que nuestro estudio es una llamada de atención para quienes tienen pensado hacer trampas con el consumo de sustancias como la EPO”.

Fuente: Telegraph

Alberto Pascual García