En España resulta impensable entrar en un supermercado y descubrir que no tiene una sección de bebidas alcohólicas. Pero no en todos los países ha sido siempre así. En Nueva Zelanda, por ejemplo, la venta de alcohol en las grandes superficies comerciales no se autorizó hasta 1990 y, ahora, la New Zealand Medical Association (la principal asociación médica del país), ha solicitado al gobierno que vuelva a prohibirla.

Según cifras de la World Health Association, los neozelandeses consumen una media de diez litros anuales de alcohol por cabeza, lo que les sitúa en el puesto 31 del ranking mundial del consumo de alcohol, por detrás de naciones como Rusia, Francia o España (que ocupa el puesto 28), pero por delante de otras con fama de bebedoras, como Estados Unidos o Irlanda.

Los médicos neozelandeses argumentan que el consumo ha aumentado desde que se permitió su venta en los supermercados, básicamente porque resulta más accesible y más barato. Por eso, proponen que exista al menos algún tipo de restricción como sucede, por ejemplo, en la vecina Australia dónde, en algunas zonas del país, las tiendas y superficies comerciales tienen prohibido vender alcohol antes de las diez de la noche. Lo que provoca que solo los locales con licencia para abrir las 24 horas puedan hacerlo.

Lo cierto es que resulta difícil encontrar un país no musulmán en el que esté prohibido vender alcohol, o existan fuertes restricciones para ello. De hecho, el que más tiempo mantuvo una ley seca fue el archipiélago de las Islas Feröe, aunque finalmente la derogó en 1992.

En España la legislación permite la venta de alcohol en supermercados y tiendas que tengan la licencia pertinente. Además, en 2014 se autorizó que los estancos pudieran reconvertirse en una especie de ultramarinos y vender más productos que los relacionados con el tabaco, incluidas las bebidas alcohólicas. Pero, en la práctica, son muy pocos los establecimientosde ese tipo que han realizado dicha transformación.

Vicente Fernández López