Hasta el momento, los tatuajes no tenían especiales efectos adversos exceptuando los riesgos de la falta de higiene o la toxicidad de algunas tintas. Pero una nueva investigación ha encontrado un problema para la salud de las personas tatuadas: sudan menos.

Esto, que en un principio podría parecer positivo, no lo es. Cuando el tatuador deposita la tinta en nuestra piel, esta penetra entre tres y cinco milímetros, donde está ubicada la capa dérmica. Dicha capa es la que precisamente contiene las glándulas sudoríparas, las cuales producen el sudor. Este fluido, tan desagradable para algunos, tiene un papel muy importante a la hora de termorregular nuestro organismo.

Sospechar las consecuencias de esto es bastante sencillo. No obstante, para poner a prueba esta teoría los investigadores contaron con diez voluntarios (una muestra muy reducida), todos varones de unos 21 años que lucían un tatuaje en un área circular de uno de los lados de su cuerpo y cuyo tamaño era de al menos 5,2 centímetros. Primero les hicieron sudar, con el fin de recoger muestras de su sudor en las zonas tatuadas y en otras áreas del lado contrario del cuerpo.

Los resultados no dejaron lugar a dudas: encontraron una cantidad de sudor notablemente menor (un 53%) en las áreas donde los voluntarios tenían ubicado el tatuaje. Estas zonas también mostraban una mayor concentración de sodio (64%). Además, los resultados obtenidos eran iguales en personas que llevaban años con el tatuaje que aquellos que se lo habían hecho recientemente.

Por tanto, la conclusión de los investigadores es que las personas con tatuajes sudan mucho menos y, además, tienen problemas para absorber completamente el sodio, lo que crea una clara interferencia en la respuesta sudorípara de nuestro cuerpo.

Vía | iflscience.com

Rafael Mingorance