Procrastinar es el nombre que se da a la costumbre de dejarse llevar por las distracciones cuando se debería estar realizando alguna tarea que es prioritaria. Un estudio realizado en 2007 por investigadores de la Universidad de Calgary reveló que casi el 20% de la población procrastina en su trabajo y obligaciones de forma habitual. Pero, ¿por qué unas personas son más propensas que otras a este tipo de comportamiento?

Lo cierto es que no se conocen las causas exactas de este trastorno del comportamiento. Algunos estudios, como el realizado en 2011 por investigadores del Brooklyn College of the City University of New York, sugieren que podría deberse a sutiles deficiencias en la corteza prefrontal, vinculada con la función ejecutiva del cerebro que se ocupa de la resolución de problemas de la gestión del tiempo… Pero otras investigaciones apuntan a un mal funcionamiento del sistema límbico, del que dependen los mecanismos de recompensa del cerebro, y que se dedicaría a «premiarnos» por realizar aquello nos resulta más agradable frente a las tareas que serían obligatorias.

Pero, ¿es posible vencer este tipo de comportamientos? Pues según un estudio realizado por la Universidad de Estocolmo, parece que sí. Y la clave estaría en emplear el mismo tipo de terapias que su usan para tratar trastornos como el síndrome de estrés postraumático.

Conviene recordar que la procrastinación no está reconocida como un desorden clínico y, por lo tanto, no existe ningún tratamiento estandarizado para abordar este tipo de problema.

Pero, aplicando las terapias mencionadas, los investigadores suecos comprobaron que un grupo de voluntarios que podían considerarse como «procrastinadores crónicos», habían aprendido al cabo de varios meses a controlar esa tendencia y eran mucho menos propensos a postergar sus tareas.

Por supuesto, los autores del estudio aseguran que este tipo de terapias solo deben aplicarse a aquellas personas para las que la procrastinación no es algo intencionado o buscado, sino algo impulsivo a lo que no pueden resistirse. Ya que este tipo de pacientes acaba sintiendo ansiedad e incluso depresión por no ser capaces de afrontar sus tareas.

Por el contrario, recuerdan los especialistas, existen otras personas para las que procrastinar de vez en cuando no supone ningún problema de salud añadido y que son, incluso, capaces de encontrar de este modo la inspiración para resolver de una forma mejor las tareas pendientes.

Vicente Fernández López