No es la primera vez que un potente veneno da con la clave para tratar una enfermedad que afecta a los humanos. En esta ocasión, las hormigas rojas son las que han conseguido aportar avances sobre la psoriasis y cómo evitar que quienes la padecen reduzcan la hinchazón de su piel y los sarpullidos que se producen. Una inspiración que nace del trabajo de los investigadores de las universidades Emory y Case Western y que se ha materializado en una serie de compuestos experimentales que parecen prometedores en el tratamiento de esta enfermedad autoinmune.

El principal ingrediente tóxico del veneno de este tipo de hormigas se hace llamar “solenopsin”, que se trata de un alcaloide, el cual es muy semejante a las conocidas como “ceramidas”, las moléculas encargadas de mantener la barrera de la piel contra los agentes externos. De hecho, suelen ser utilizadas en muchos productos cosméticos, pero no siempre con buenos resultados para todo tipo de pieles. Y es que, en ocasiones, estas ceramidas pueden transformarse en moléculas inflamatorias llamadas “esfingosinas-1-fosfato” (S1P). A partir de esta idea, el equipo encargado de la investigación, creó dos tipos de “solepnosin” que no pudieran derivar en S1P y causar hinchazón. Cuando probaron estos compuestos en ratones con psoriasis, observaron que los animales tratados tenían un 50% menos de células inmunes que los que no habían recibido ningún tratamiento. Más aún, también experimentaron una reducción de la inflamación de la piel en un 30%.

Por otro lado, los científicos examinaron las células inmunes y las compararon con los genes de los ratones tratados. Descubrieron que los compuestos creados a partir del veneno de las hormigas no activaron a los genes que provocaban la enfermedad. De esta forma, los investigadores están seguros de que podrán mejorar los tratamientos tópicos y ayudar a restaurar la barrera cutánea de una forma más efectiva.

Fuente: FierceBiotech

Alberto Pascual García