Al igual que como periodista decido firmar con mi nombre los artículos que escribo, este médico parece que necesitaba rubricar su trabajo como cirujano con sus iniciales (eso sí, sin el consentimiento de sus pacientes). Se trata de Simon Bramhall, de 53 años, quien en febrero y agosto de 2013 practicó un par de transplantes de hígado a dos pacientes en el Hospital Queen Elizabeth de Birmingham, no sin antes grabar sus iniciales “SB” en el órgano.

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Para llevarlo a cabo, utilizó un láser de gas argón coagulador, el cual se usa en las operaciones para evitar que el paciente pueda sufrir una hemorragia. Un trabajo que no ha provocado daño alguno a los pacientes (de hecho, el médico se niega a aceptar el cargo de agresión por lesiones). Pero, ¿cómo dieron con las iniciales?

Al parecer, fue otro compañero de la profesión quien las encontró en otra intervención sobre uno de los pacientes transplantados cuyo órgano no estaba evolucionando de la forma adecuada. Fue entonces cuando las reconoció y dio la voz de alarma.

Se trata de un caso sin precedentes en el mundo de la medicina y en la corte británica, así que la sentencia que salga de la deliberación del tribunal será la primera de este tipo. Eso sí, no lo sabremos hasta el próximo 12 de enero. Este abuso de confianza sobre los pacientes que estaba atendiendo ha sido un mazazo para el sistema sanitario británico y a pesar de que desde 2014 ya no ejerce como médico, ya ha sido suspendido de su cargo de por vida, por lo que no podrá volver a trabajar en esta profesión.

La duda que surge es… ¿lo habrá hecho con más pacientes?

Fuente: BBC

Alberto Pascual García