Cuando cogemos un buen resfriado la nariz se tapona de tal manera que es imposible respirar, da igual como lo intentes. Pero es cierto que notamos como si una fosa nasal estuviera más abierta que la otra, pero horas después de dormir, de repente, esta se cierra y es entonces cuando parece que la otra permite la respiración. Pero, ¿por qué sucede esto? Para quienes creían que esto ocurría solo cuando estábamos con catarro, se equivocan. Sucede siempre, solo que con la nariz congestionada notamos más este proceso.

Está regido por el sistema nervioso autónomo de nuestro cuerpo, el mismo que se encarga de regir la digestión o el ritmo de los latidos de tu corazón. En el caso de la nariz, se controla el ciclo nasal, que permite que cada una de las fosas funcione de forma eficiente. Es un proceso que se repite varias veces a lo largo del día, pero que se hace más prominente cuando estamos con catarro, gripe o alergia.

Para que os hagáis una idea del proceso, nuestro cuerpo inflama los tejidos de la nariz con sangre, de la misma forma que los hombres consiguen su erección, pero en este caso en otra zona del cuerpo. De esta manera, sentimos que uno de los orificios está taponado y el otro no, lo que puede durar entre 3 y 6 horas hasta que se intercambian las áreas. Se cree que, por ejemplo, este proceso también ayuda a nuestra nariz a detectar mejor los olores. Además, es una forma de dar un descanso a una de las fosas nasales cada vez, ya que una constante respiración con la misma fuerza por ambos orificios podría acabar resecándolos.

Así que la próxima vez que notes esta sensación, tranquilo, eres igual de normal que el resto de mortales.

Fuente: Science Alert

Alberto Pascual García