Esto da a los científicos la oportunidad de renombrar esta afección como “ataque apremiante helio-oftálmico autosómico dominante” (autosomal-dominant compelling helio-ophthalmic outburst, abreviado como ACHOO por sus siglas en inglés).
Razones esquivas
Pero eso es solo la mitad de la respuesta. Ahora quería saber qué era exactamente lo que estaba haciendo este gen aberrante. ¿Cómo era posible que nos hiciera estornudar a mi madre y a mí al estimularnos los ojos, y no las narices?
Las pistas pueden mentir, pensé. Por otro lado, Everett sugirió que el estornudo fótico podría ser explicado por una conexión especial entre los nervios trigémino y óptico. Esto resulta tentador, porque podría estar detrás del misterioso fenómeno del cabeceo inducido por el sol que sufren los caballos. Más claves para descubrir el origen del estornudo.
Pero todavía había algo vagamente insatisfactorio en estas respuestas, ya que ninguna explica de una tacada todos esos tipos diferentes de estornudos. ¿Qué pasa con el estornudo orgásmico y con el de saciedad? La respuesta, según Mahmood Bhutta, del Hospital Wexham Park (Reino Unido), podría recaer en otra de las hipótesis de Everett: que la confusión se da en la forma en que la médula regula nuestras acciones reflejas.
Originalmente, Everett propuso esta idea para explicar solo el estornudo fótico, pero Bhutta piensa que podría explicar todas las condiciones extrañas del estornudo, ya que los desencadenantes implican estimulación de la respuesta de un nervio parasimpático controlado por la médula. Cuando la luz del sol nos llega a los ojos, las pupilas se contraen involuntariamente. Si llenamos el estómago, se liberan jugos gástricos. Son acciones reflejas del sistema parasimpático.
Todas estas respuestas nerviosas fluyen hacia y desde regiones de la médula cercanas a donde el centro del estornudo está localizado. Esto sugiere que, lejos de ser un sistema limpio de respuestas a estímulos individuales, nuestros reflejos en su base medular a menudo son una red enmarañada de cruces de líneas nerviosas. Aquí podría estar el origen que buscaba.
Redacción QUO