Las células madre se vislumbran como el tratamiento médico más eficaz y con menos efectos secundarios de los que se han utilizado hasta ahora. Miles de científicos (en estos momentos se desarrollan 3.000 trabajos en el mundo) se afanan por investigar, paso a paso, en qué campos de la medicina pueden resultar eficaces; en un puñado ya hay resultados concluyentes. Mientras, algunas clínicas hacen el negocio del siglo ofreciendo tratamientos, supuestamente con células madre, sin ninguna base científica. Son timadores de bata blanca que consiguen incluso sortear los controles de las autoridades sanitarias y seguir aprovechándose de la desesperación de personas con enfermedades incurables para los que la medicina, de momento, no tiene solución.
La clínica curalotodo
La clínica alemana XCell curaba desde el párkinson a la ceguera, pasando por la diabetes, la esclerosis múltiple y otras enfermedades neurodegenerativas. Captaba pacientes por medio de su página web en toda Europa y cobraba una media de 10.000 euros por tratamiento. El último caso del que ha tenido conocimiento la Agencia del Medicamento del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad es el de una paciente con un extraño caso de epilepsia que recurrió a XCell, sin ningún beneficio para su salud. Ningún centro radicado en España ofrece soluciones mágicas para enfermedades tan graves, pero sí hay clínicas que publicitan tratamientos con terapia celular que se basan en el “alto índice de éxito” que han tenido en problemas como la artrosis.
Lo que sí han empezado a proliferar son clínicas de cirugía estética que ofrecen autotrasplantes con células madre; por ejemplo, para aumentar el tamaño del pecho. La crisis ha hecho bajar en picado el número de personas que se someten a una operación, y algunos centros capean el temporal echando mano de la picaresca. El tratamiento que venden es más propio de trileros que de sanitarios, “porque lo que introducen en el pecho no son células madre, sino grasa, que con el tiempo es reabsorbida por el organismo”, explica Rosa Pérez Cano, la investigadora del Hospital Gregorio Marañón que ha conseguido reconstruir el pecho de mujeres operadas de tumores de mama con terapia celular.
Pérez Cano ha dirigido el primer estudio internacional de estas características con resultados formidables: el pecho de las 71 mujeres tratadas recobró su aspecto normal gracias, a diferencia de lo que ocurre en las clínicas de estética, a las células madre.
¿Qué diferencia hay entre un tratamiento y el otro? Pues que la grasa se somete a un proceso de centrifugado y purificación para obtener treinta millones de células que se inyectan en el pecho, y se hace con la ayuda de una tecnología a la que solamente tienen acceso, de momento, los grupos de investigación.
Bordear la ley
Ante estos casos, trescientos científicos del Instituto Carlos III pidieron el año pasado a Sanidad que llevase a cabo una investigación sobre la actividad de estas clínicas.
En la Agencia del Medicamento explican que la Administración interviene en cada uno de los casos que se denuncian. ¿Cuántos? Aunque van en aumento, solo se registran entre 6 y 8 al año. Sanidad reconoce que la eficacia de las autoridades para actuar contra las páginas web que hablan de los efectos sorprendentes de las células madre es muy limitada. La clausura de una página o de una clínica solo puede llevarse a cabo en el caso de que haya un riesgo inminente para la salud. Rosa Pérez Cano se lamenta de que Sanidad sea mucho más puntillosa a la hora de autorizar nuevos ensayos clínicos que cuando tiene que perseguir a los que ofrecen curas milagrosas.
El problema con el que se encuentran en muchas ocasiones las Autoridades es que estos centros se mueven con habilidad en el filo de la navaja legal y no se puede actuar contra ellos. La Ley de Garantías y Uso Racional de Medicamentos y Productos Sanitarios fija que el uso de células se considerará medicamento cuando se hayan manipulado para obtener un efecto terapéutico. En realidad, los trileros de la medicina, por ejemplo en estética, no someten a ninguna manipulación la grasa; simplemente, la extraen de las cartucheras para introducirla directamente en el pecho.
La legislación establece que puede utilizarse terapia celular en tres circunstancias: cuando se está dentro de un ensayo clínico, si se forma parte de un programa de uso compasivo (si no existe alternativa terapéutica) o si el producto, en este caso las células madre, se ha elaborado dentro del propio hospital para su uso en una intervención determinada.
Falsas expectativas
Hace un mes, los investigadores en terapia célular se reunieron en un congreso en Zaragoza para revisar los resultados de diez años de ensayos, y allí dejaron constancia de lo fructíferos que han resultado. Pero una vez más denunciaban la otra cara de la moneda. “Este es un campo abonado para desaprensivos que causan un grave daño a los enfermos, porque levantan falsas expectativas, y también a los investigadores, que trabajan durante muchos años siguiendo estrictamente la ley para comprobar los efectos de las células madre y poder aplicarlos con absoluta seguridad”, explica Damián García Olmo, responsable de terapia celular del Hospital La Paz de Madrid.
El especialista es responsable de uno de los principales avances en el uso de terapias avanzadas que se ha registrado en los últimos años: el tratamiento de fístulas. Ha conseguido modular la cicatrización utilizando células madre. Aquí es –junto a otros dos ámbitos, la traumatología y la reparación de tejido cardíaco– donde más avanzadas están las investigaciones.
Según los científicos, de los estudios que se han realizado hasta la fecha se puede sacar ya una conclusión básica: las células madre funcionan. “Es un tratamiento absolutamente seguro”, añade García Olmo.
Sin embargo, en muchos ámbitos se requiere más investigación y lo que el investigador de La Paz llama “trabajo fino”; es decir, determinar qué cantidad de células se utilizan en cada terapia y mejorar algunas técnicas.
La terapia celular, según los investigadores, marcará un antes y un después en la historia de la medicina. Esa es la cara de la moneda. La cruz es que no está libre de la actuación de timadores de bata blanca.