El calendario nos recuerda que mañana se cumplen treinta años del desastre de Chernóbil. Hace poco más de un mes, el pasado 11 de marzo, se cumplió también el quinto aniversario de otro hecho catastrófico que nada tiene que celebrar: el accidente ocurrido en la central nuclear de Fukushima. Ambos son considerados los accidentes nucleares más graves de la historia. Es más, para que os hagáis mejor una idea de la magnitud de esta desgracia, según los cálculos realizados por Christian Küppers, responsable de la seguridad nuclear en el Öko-Institut (Alemania), la cantidad de cesio-137 radiactivo que se liberó en el accidente de la central nuclear de Fukushima fue de alrededor de 580 veces la cantidad de la bomba atómica lanzada en Hiroshima.

Cinco años después de esta tragedia, el fotógrafo independiente Greg McNevin unió sus fuerzas junto a las de Greenpeace para dar forma a un novedoso proyecto que permitiera retratar, gracias a modernas técnicas de medición, qué niveles de radiación existen a día de hoy en las zonas afectadas. Lo hizo con una técnica pionera que conoceréis más a fondo en esta fotogalería.

McNevin ha publicado un artículo en la web oficial de Greenpeace mostrando su trabajo y sus impresiones sobre lo que ha visto. Este es el escalofriante resultado:

Cómo ver la radiación invisible

¿Cómo descubrir las sombras que quedan de un desastre como el de Fukushima? Al fotógrafo independiente Greg McNevin se le ocurrió una brillante idea: utilizar la ya famosa técnica de light painting (pintura de luz).

Para llevar a cabo la hazaña, se fabricó una especie de bastón con luz LED y lo conectó a un contador Geiger, que permite que los niveles de radiación aparezcan como por arte de magia en tiempo real para que estos sean medidos fácilmente. 

Lo que vino después era más sencillo, que alguien dirigiera el palo hacia la zona contaminada mientras Greg capturaba la luz con el obturador.

Según explica el fotógrafo en la web de Greenpace, «tomamos una foto de un área contaminada, caminamos alrededor de ella con esta herramienta y vimos cómo una luz ondulante nos mostraba perfectamente la radiación en el medio ambiente«.

 

Crédito fotografíaGreg McNevin | Greenpeace

Un arco iris dramático

Para que os hagáis una idea, «el color blanco muestra los niveles “aceptables” de radiación de acuerdo a los parámetros de descontaminación del gobierno japonés luego del desastre, mientras que el color naranja refleja la radiación que excede esos niveles y que es riesgosa si no se toman medidas de protección. El color rojo muestra niveles de radiación que, según el gobierno ruso, implica una necesaria reubicación de los habitantes«.

 

Crédito fotografíaGreg McNevin | Greenpeace

¿Nivel de radiación? Inaceptable

Según explica McNevin, al usar esta herramienta en las zonas afectadas por los accidentes de Chernobyl y Fukushima, se encontraron que «aquellos lugares que habían sido ‘descontaminados’ por las autoridades presentaban niveles de radiación que estaban por encima de los límites oficiales. Esto significa que la radiación permanece, sigue allí.»

El pronóstico no es nada positivo. Tras examinar la zona de Bryansk (Rusia) treinta años después del desastre, el equipo de Greenpeace descubrió que los niveles de contaminación «son comparables a algunos lugares de Fukushima a día de hoy».

 

Crédito fotografíaGreg McNevin | Greenpeace

 

La dramática historia del colegio abandonado

Detrás de la catástrofe general, siempre hay ‘pequeños grandes’ dramas personales. Es la historia de Tatyana Dorokhova, la directora de una escuela en Starye Bobovichi, a unos cientos de kilómetros de Chernóbil

Según narra para Greenpeace, Tatyana cree que a su escuela llegaron materiales contaminados. «Esto explicaría por qué se pueden encontrar sectores con alta contaminación cerca de sus jardines, pero muy baja en el resto» argumenta McNevin.

 

Crédito fotografíaGreg McNevin | Greenpeace

 

La profesora que se quedó sin alumnos

Otra afectada fue la profesora Sadako Monma quien dedicó todos sus esfuerzos en limpiar su escuela de enfermeria. Aunque reubicó su negocio a las afueras de Fukushima, donde se sabía que los niveles de radiación eran más bajos, no logró aumentar la matriculación de alumnos en su escuela. Este año se ha visto obligada a tomar la decisión de abandonar el proyecto que le ha costado una gran parte de su vida: nada menos que 20 años.

 

Crédito fotografíaGreg McNevin | Greenpeace

 

¿Por qué hay tantas casas abandonadas en la villa de Starvyy Vyshkov en Rusia?

Según explica McNevin, «la mayoría de las casas en la villa de Starvyy Vyshkov en Rusia están abandonadas y en ruinas. Y el por qué lo podemos responder cuando encontramos contaminación radiactiva comparable a lugares como Iitate, en Fukushima».

 

Crédito fotografíaGreg McNevin | Greenpeace

¿Por qué hay gente que sigue viviendo en casas que tienen altos niveles de radiación?

A pesar del peligro, McNevin explica que algunas personas se atreven a mudarse a estas casas abandonadas. En la mayoría de los casos, «se trata de personas demasiado ancianas para preocuparse por la radiación y su salud, o tan pobres que no tienen otra opción«.

 

Crédito fotografíaGreg McNevin | Greenpeace