La salud física, la cognición y el estilo de vida a partir de los 60 años pueden anticipar el riesgo de demencia hasta 20 años antes
La demencia es un síndrome neurodegenerativo que afecta a la memoria, el pensamiento y la capacidad para realizar tareas diarias. Los factores de riesgo incluyen la genética, enfermedades previas y el estilo de vida. Las evaluaciones cognitivas, como tests de memoria y razonamiento, son herramientas esenciales para detectar problemas en etapas iniciales, cuando los tratamientos son más efectivos.
Un reciente informe de la RAND Corporation ha revelado que la probabilidad de desarrollar demencia puede predecirse hasta dos décadas antes mediante una combinación de factores: capacidad cognitiva, limitaciones funcionales y estado de salud física. Los investigadores han encontrado que identificar problemas cognitivos tempranamente permite a las personas prepararse mejor para la pérdida de independencia financiera y física.
El análisis incluyó datos del Health and Retirement Study, un estudio representativo de 20,000 adultos mayores en Estados Unidos, que desde 1992 monitorea su salud y estilo de vida. Según el estudio, ciertos hábitos, como la falta de ejercicio, la obesidad y la inactividad mental a los 60 años, son predictores clave de demencia.
Además, hay variaciones regionales: quienes nacieron en el sur de Estados Unidos tienen más probabilidades de desarrollar demencia, incluso al considerar otros factores. En términos demográficos, aunque las comunidades negra, hispana y de menores ingresos presentan riesgos más altos, estos se explican principalmente por diferencias en educación e ingresos, más que por raza o etnia.
Un segundo estudio del informe mostró que las personas diagnosticadas con demencia toman medidas significativas para mitigar el impacto. Un 25% busca ayuda financiera de sus hijos, frente al 2% de quienes no tienen diagnóstico. Incluso sin una evaluación médica formal, el 29% de quienes perciben problemas cognitivos toman decisiones financieras importantes, lo que resalta la conciencia temprana de muchos pacientes sobre su condición.
“Estos hallazgos subrayan la importancia de fomentar un estilo de vida saludable para el cerebro durante toda la vida”, explicó Peter Hudomiet, autor principal del estudio.
Un tercer estudio investigó por qué tantas personas mayores evitan las evaluaciones cognitivas. La principal barrera identificada fue el costo. Aunque el 80% de los encuestados accedería a pruebas si fueran gratuitas, solo el 40% lo haría si estas costaran 300 dólares.
El acceso a tratamientos también depende de su impacto percibido. El 60% de los participantes consideraría un tratamiento si les garantizara al menos tres años adicionales de independencia.
“La ampliación del uso de evaluaciones cognitivas es clave para identificar pacientes que puedan beneficiarse de tratamientos actuales y futuros para la demencia”, afirmó Susann Rohwedder, economista sénior en RAND. Estas pruebas no solo detectan problemas, sino que también motivan a las personas a planificar su futuro.
Los hallazgos destacan la necesidad de estrategias integrales para combatir la demencia: desde la promoción de estilos de vida saludables hasta la eliminación de barreras económicas para la detección temprana. Esto no solo podría mejorar la calidad de vida de millones de personas, sino también aliviar la carga económica asociada con el cuidado de la demencia.
REFERENCIA
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