Los ojos cerrados, la boca abierta, la piel húmeda, la lengua seca, el cuerpo ajeno, el tacto propio. Se mezclan sudor, sexo, sueño y silencio en mitad de la noche. Uno de los dos, justo en el límite, antes de caer por el abismo de un grito callado, antes de morir un poco, abre los ojos, busca la mirada del otro y solo encuentraun sexo despierto, pero un cuerpo dormido que vibra en un mundo en el que reina Morfeo, el dios del sueño. Así es el país de los sexsomnes; personas que por la noche, y sin despertarse, mantienen relaciones sexuales y por la mañana no recuerdan absolutamente nada de lo que hicieron. Este trastorno del sueño, un primo cachondo del sonambulismo, es un gran desconocido. Pero no por mucho tiempo.

Esta conducta, que podría alentar lubricidades y poluciones en algunos, puede terminar siendo causa de ruptura para otros: “Hace unos años, mi novio me dijo que me había masturbado durante la noche. Él no creía que estuviera durmiendo, pues yo lo hacía como si quisiera ocultarlo. Desde ese día, su opinión no ha cambiado. Y eso fue lo que rompió nuestra relación”. Este es el relato de una joven holandesa que sufre de sexsomnio. El relato hizo que Colin Shapiro, director de la Clínica del Sueño y Alerta del Toronto Western Hospital, junto a Nik Tajanovic, del mismo centro canadiense, y el psicólogo Michael Mangan elaboraran una encuesta en internet para aprender más sobre este trastorno. Y en 1996, Shapiro publicó los primeros casos de sexsomnio al diagnosticarlos como una enfermedad diferente de otras parasomnias o trastornos del sueño como el sonambulismo y los terrores nocturnos (véase el recuadro Sueños hechos realidad).

“Me encantaba que mi marido me buscara en mitad de la noche. No supe que estaba dormido hasta que un día comenzó a roncar”

Shapiro habló con Quo desde Canadá. “Las causas del sexsomnio”, explica Shapiro, “son las mismas que las de otras parasomnias. Cualquiera que duerma profundamente, sufra de estrés o esté bajo los efectos del alcohol u otras drogas tiene posibilidades de sufrirlo. También existe un componente genético, pero no es excluyente”. Shapiro ha escrito varios libros acerca de los desórdenes del sueño, y es uno de los mayores expertos en esta área. Pero su gran experiencia no le ahorra perplejidad cuando ha de buscar razones para explicar esta conducta: “Nadie sabe por qué hay gente que padece sexsomnio, al igual que nadie sabe por qué se habla en sueños o se camina dormido. Tampoco se conoce si es muy o poco común, pero parece ser más frecuente de lo que la gente piensa. Lo que sucede es que hasta ahora ningún terapeuta preguntaba, y por eso nadie se encontrabacon este trastorno;a su vez, nadie era diagnosticado de sexsomnio porque no acudían al especialista. Es un círculo que se está rompiendo ahora. Mucha gente no lo dice porque siente vergüenza.”

La naturaleza particularmente personaldel problema (ya es duro asumir que uno es un Príapo en pijama o una hetaira narcoléptica, como para ir por ahí confesándolo) ha ayudado a mantenerlo oculto y a que se sepa muy poco de él. “Probablemente es una entidad infradiagnosticada: hay más en ella de lo que sabemos”, comenta Gonzalo Pin Arbole­das,,director de la Unidad de Sueño de la Clínica Quirón de Valencia. “Todos conocemos a alguien sonámbulo, pero por vergüenza no se conoce a mucha gente con esta conducta sexual mientras duerme.” Y es que el decoro influye tanto en quien lo sufre –como el hombre que describió cómo se quedó dormido y empezó a masturbarse… en el sillón del dentista– como en la pareja: una mujer se dio cuenta del problema de su marido cuando se percató de que él roncaba sonoramente durante el coito.

Mucho más que un simple kiki
El sexsomnio no tiene absolutamente ningún parentesco con los calores matinales, el despertar caliente o el “mañanero”. Este último puede deberse a un sueño erótico, a falta de sexo o al exotismo del aliento matinal (que sí, que hay quienes se erotizan ante los aromas de reno mustio que expiden sus parejas al levantarse); pero es, fundamentalmente, sexo consciente. Mientras que el sexsomne no se despierta(aunque sí “se levanta”…) en ningún momento, y por la mañana no recuerda nada.

“Por la noche me vuelvo muy agresivo en la cama. Entonces, me despierto y encuentro a mi mujer que me mira horrorizada”

Pero su pareja sí. En uno de los casos estudiados por Colin Shapiro (Sleepsex-A new parasomnia?), el paciente era un hombre de 43 años, citado como DW, que sufría de sexsomnio. Entre los estudios que se le efectuaron, se le pidió entrevistar a sus novias. Las dos mozas de DW no solo corroboraron que el susodicho mantenía relaciones sexuales estando dormido, sino que lo preferían en ese estado, pues era mucho más cariñoso y se preocupaba más por la satisfacciónajena. Eso sí, no se sabe si una damisela conocía la existencia de la otra.

El problema es cuando el sexsomne ha buscado mantener relaciones sexuales con un desconocido o un menor. Muchos de los primeros ejemplos que han salido a la luz implicaban a hombres que se enfrentaban a cargos de ataque sexual. Uno de los más sonados fue el del padre que entró al cuarto de su hija. Cuando supo lo que había hecho, se denunció a sí mismo, y pese a que fue absuelto de los cargos (tenía antecedentes de sonambulismo y se le diagnosticó sexsomnio), se mudó de su propia casa. De esto se deduce que es necesario hallar pruebas contundentes que separen a los perjuros de los pacientes. El problema es que se sabe poco de ello, y es muy difícil estudiarlo, loque hace que el aspecto legal sea muy espinoso y aún no tenga respuesta clara.

Problemas legales
“He ido a muchos juicios”, comenta Shapiro, “de hecho, he publicado un libro llamado Aspectos forenses del sueño, donde se demuestra que una persona que está dormida no es responsable de sus actos y, por lo tanto, no puede ser culpada por lo que hace. Y si estaba dormida, y se puede probar eso, debería quedar libre”. El problema es cómo comprobar su verdadero estado cuando sucedieron los hechos por los que es juzgada.

El sonambulismo suele ocurrir nada más dormirse, mientras que el sexsomnio se da en cualquier fase

Shapiro admite: “No se puede probar con precisión. En los estudios del sueño hay ciertas características, particularmente al despertarse del sueño profundo. Si ves estas características, probablemente la persona estaba dormida. Otro punto fundamental se produce al despertarse durante el sueño de ondas lentas. Si de las partes más profundas del sueño, la persona se levanta instantáneamente, significa que tiene alguna parasomnia. Y solo le pasa a un 3% de los adultos. Es decir, si 100 personas nos cuentan una mentira respecto a los sueños, solo hay tres de ellas que no podríamos detectar, porque tienen esta característica. Los otros 97 sabríamos que están mintiendo. Es una huella digital propia de las parasomnias.”

“La mayoría de las noches, mi novia, tras dormirse, comienza a masturbarse o a buscarme. Y está completamente dormida”

Hasta ahora está claro cómo ocurre, pero… ¿y el porqué? Una investigación realizada por el Dr. Nick Trajanovic, también del Western Hospital de Canadá, revela que uno de los posibles desencadenantes de esta conducta es el contacto físico con la pareja. Algo que no ocurre con el sonambulismo ni con el despertar confuso. En el libro Sleepsex: Uncovered (sexo mientras duermes: descubierto), del doctor en Psicología Michael Mangan, se deduce que las posibles causas del sexsomnio pueden ser el uso de drogas, el estrés, la falta de sueño, el alcohol, la ausencia de relaciones sexuales, el contacto con la pareja y soñar con sexo.

Estrés, alcohol y otras razones
Muchos científicos piensan que el sexsomnio, como decíamos antes, es un pariente incontrolable del sonambulismo, pues son numerosas las características que comparten: el estrés, la falta de sueño y el alcohol o las drogas provocan ambos trastornos en las personas que son proclives a ello. También es típica, en las dos parasomnias, la amnesia sobre lo que la persona hace mientras duerme. Ni unos, sonámbulos, ni otros, sexsomnes, recuerdan los acontecimientos de la noche pasada.

El sonambulismo es un trastorno familiar; es muy probable que, si los padres lo tienen, también se presente en sus hijos, y hay algunas evidencias de que el sexomnio tiene, a su vez, componentes hereditarios.
Pero otros especialistas pretenden que se lo clasifique como otra parasomnia. Para Pin Arboledas: “Esta conducta no siempre se da en la misma fase de sueño en que se produce el sonambulismo. Y la realidad es que aún no sabemos con certezacuál es su origen. Descartemos la explicación fácil: que es una forma de liberar las represiones.

En la mayoría de las personas que sufren una parasomnia hay un despertar conductual, pero no uno cortical, de la corteza cerebral. Pensamos que hay un estímulo que despierta al paciente, pero al estar profundamente dormido, no es un despertar completo.” Esto, que suena un poco críptico, tiene una explicación muy sencilla. Cuando soñamos, entramos en un estado conocido como hipnogógico: el cuerpo se paraliza y solo funcionan el cerebro, los músculos de los ojos, el corazón y la respiración. Es la parálisis del sueño, que se produce cada vez que uno duerme.

Cuando soñamos solo funcionan los músculos de los ojos, el corazón y la respiración

Se trata del mecanismo de defensa del organismo para evitar escenificar físicamente los sueños, lo que podría resultar peligroso. “La realidad”, explica Pin Arboledas, “es que en ningún momento del sueño la desconexión con el medio es total, porque es un estado de inconsciencia reversible, no como el coma. El trastorno del sueño en fase REM no presenta esa parálisis en quienes lo sufren, por eso son capaces de representar el sueño y, si son violentos, de tener una gran actividad motriz. Cuando se despiertan, cuentan el sueño, a diferencia de quienes padecen sonambulismo o sexsomnio, que no recuerdan nada”. Por más singular y peregrina que pueda parecer esta dolencia, realmente existe, y su diagnóstico es vital. Según asegura Pin Arboledas: “El problema más grave de esta parasomnia es que puede ser el primer síntoma de una enfermedad neurodegenerativa”. Y esto sí puede acabar siendo una verdadera pesadilla.

Juan Scaliter