La respuesta sexual se basa en una sorprendente y casi milagrosa armonía entre dos “enemigos” prácticamente incompatibles del sistema nervioso autónomo: el simpático (determina el estrés y la alerta) y el parasimpático (el relax). Esta armonía hace que la respuesta sexual sea bastante lábil, inestable. Los supuestos afrodisíacos actúan aumentando el nivel de uno o de otro, y eso desequilibra la relación entre ambos. Por eso, las investigaciones resultan muy complicadas. El mejor y verdadero afrodisíaco es que la otra persona te atraiga.
Redacción QUO