Homero recomendaba el azufre para acabar con los insectos, y Plinio el arsénico, elemento químico que siguió triunfando durante la Edad Media y ampliando sus usos. Además de acabar con plagas de insectos de todo tipo, se utilizaba con frecuencia para quitarse de en medio a vecinos y enemigos incómodos. La invención del aerosol en 1926 simplificó y difundió el uso de insecticidas.
Redacción QUO
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