Por supuesto, no todo el mundo experimenta un orgasmo, porque, o bien no dispone de facilidad para ello, o bien no tiene sueños eróticos. Por si fuera poco, se puede tener una descarga sexual nocturna sin necesidad de eyacular, y eyaculaciones, o poluciones, sin señal de orgasmo alguno. Las primeras teorías buscaban la causa en el exceso de semen en los testículos, pero más tarde se descubrió que no existía relación entre orgasmo y acumulación de esperma. Además, ¿cómo se explicaría el clímax durante el sueño en las mujeres? Posteriormente se barajó la posibilidad de que fuera el roce con las sábanas o con una mano “caprichosa” lo que pudiera propiciar la respuesta orgásmica. Pero si el placer solo se debiera al roce, se daría con muchísima frecuencia y (por desgracia) no es algo que suceda cada noche. Por fin, la luz llegó con los estudios hechos con pacientes anorgásmicos y lesionados medulares, que siendo incapaces fisiológicamente de alcanzar el orgasmo, sí lo experimentaban a través de los sueños. Este extraño hecho llevó a autores como Money y Whipple a pensar que el cerebro es capaz de suplir a otros órganos que estén
dañados.

Redacción QUO