¿Qué lleva a una persona a quitarse la vida? ¿Hay una edad, profesión, género… que nos predisponga a ello de alguna forma? ¿Qué dicen los expertos?

Si lo piensas un segundo, seguro que recuerdas muchos personajes conocidos que se suicidaron: la cantante Janis Joplin, la actriz Marilyn Monroe, el diseñador Alexander McQueen, el pintor Vincent Van Gogh… ¿Tenían algo en común? Los investigadores creen que no y así lo refleja también el escritor y académico Jesse Bering (de la Universidad de Otago en Nueva Zelanda), en su libro Suicidal: Why We Kill Ourselves (University of Chicago Press, 2018).

Durante varios años, Bering pensó seriamente en quitarse la vida. Afortunadamente, no lo hizo. Y de ahí nació su deseo por comprender este problema. ¿Cómo surge? ¿Qué ocurre en nuestro cerebro cuando somos emocionalmente vulnerables?

En muchas ocasiones, suicidio y depresión suelen ir de la mano. Sin embargo, como apunta Bering en su libro, la mayoría de las personas que sufren de depresión no se suicidan (sólo alrededor del 5 %, según apunta Bering), y no todas las víctimas de suicidio estaban deprimidas.

¿Qué lo provoca entonces? ¿Se puede hablar de una única causa que haga que la mecha se encienda?

Como la mayoría de los comportamientos humanos, el suicidio es un acto multicausal. No se debe a una sola causa. No podemos percibir el funcionamiento neuroquímico de nuestro cerebro, y solemos atribuir nuestra tristeza, problemas, preocupaciones… a causas externas y no a algo que puede estar ocurriendo dentro de nosotros mismos, de nuestro cerebro.

Según los expertos, en algunas ocasiones, podemos llegar a estar deprimidos, tristes y apesadumbrados por motivos que no entendemos, y estas crisis existenciales suelen mejorar (incluso desaparecer) bajo un correcto tratamiento antidepresivo.

Ante todo, lo más importante (señalan los expertos) es trabajar en la prevención del suicidio, para tratar de evitar que llegue a suceder.

Puedes encontrar más información del libro Suicidal: Why We Kill Ourselves en la web de su autor.

Fuente: Scientificamerican.com

Belén Robles González