Este asteroide en forma de cigarrillo alargado que atravesó nuestro Sistema Solar en noviembre de 2017 sigue fascinando a los científicos. De tal forma, que son muchos los investigadores que han querido buscar una explicación a cuál pudo ser su origen, hacia dónde se dirige, cuál es su composición… Recibió el nombre de Oumuamua y para quienes no lo recuerden, se trata del primer objeto interestelar observado en nuestra galaxia. Desde entonces, han sido otros tantos astrónomos quienes han visto en él algo más que una roca desplazándose, hasta el punto de considerar que podría tratarse de una nave extraterrestre. Pero la cosa ha ido a más…

Una investigación realizada en el Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian ha estudiado la extraña aceleración que tomó el asteroide tras cruzar el Sistema Solar y alejarse de nuestra estrella. Al parecer cambió levemente la trayectoria que llevaba y aumentó considerablemente la velocidad. ¿Este inesperado movimiento fue algo natural o una sonda extraterrestre enviada por una civilización alienígena? Mientras muchos medios de comunicación se han decantado por la segunda, tenemos que decir que la investigación de Harvard apenas dedica unos párrafos a esta posibilidad.

Telescopio espacial Hubble, uno de los que captó la nueva trayectoria que tomó el asteroide
Encyclopaedia Britannica/UIGGetty Images

Los investigadores Shmuel Bialy y Abraham Loeb analizaron los datos combinados del telescopio espacial Hubble y otros en tierra como el de la ESA y de la NASA, y como hemos apuntado, detectaron esa aceleración. Los astrofísicos lanzaron una teoría que podría deberse a una presión ejercida por la raciación solar, a través de los fotones del Sol, sobre la superficie de Oumuamua. Es decir, como si se propulsara por el universo gracias a esta energía. Durante todo el estudio intentan analizar conceptos como la masa, la velocidad o la forma de Oumuamua, y si esa radiación de la que hablan podría llegar a suponer un cambio natural en su trayectoria. Pero al final del mismo, especulan que podría tratarse de un «elemento lanzado hacia nuestro Sistema Solar de forma intencionado por una civilización alien». Ha sido esta pequeña idea la que ha transcendido a la prensa cuando, en realidad, puede existir una razón natural, tal y como intentaban estudiar Bialy y Loeb.

De hecho, el pasado mes de junio, la revista Nature explicaba que ese sistema de propulsión podría deberse a los gases que aparecen cuando el sol caliente el hielo conforma Omuamua. De tal manera, que su evaporación podría generar energía suficiente como para registrar un cambio de impulso. La pregunta ahora es, ¿los científicos se permiten estas licencias para llamar la atención sobre un estudio? ¿Realmente piensan aquello que están planteando, por muy loca que sea la idea?

Alberto Pascual García