Una microbióloga de Hanover (Alemania), ha encontrado un nuevo ingrediente para la moda de alta costura: la leche de vaca. Anke Domaske, investigadora principal y diseñadora en Qmilch, ha utilizado las proteínas de la leche para crear un producto totalmente natural y respetuoso con el medio ambiente en forma de fibra. A pesar de que su producto ha sido ampliamente debatido, ganó un premio a la innovación el pasado mes de julio en la Semana de la Moda de Berlín.
«Hay algo especial en la leche de vaca», dice Domaskey. Tanto la leche de vaca, de cabra u oveja contienen caseína, una fosfoproteína presente en la leche y en algunos de sus derivados, utilizada para la elaboración de productos alimentarios y no alimentarios (pinturas, pegamentos, etc.). Pero solo la leche de vaca, por el tipo de caseína que tiene, es la adecuada para la creación de la fibra Qmilch según afirma la microbióloga de Hanover.
Además, el proceso de Damaske no tira la leche, sino que utiliza únicamente leche secundaria, agria o en mal estado, que ya no es apta para el consumo humano. Después, la convierte en fibra mediante una técnica que la empresa se ha negado a divulgar. Estas fibras pueden combinarse con algodón o fibras sintéticas, pero cuando se utiliza solo la fibra de vaca, el tejido resultante es totalmente biodegradable y antialérgico. Precisamente por esto, Domaske afirma que las posibilidades de esta fibra son infinitas, pues servirían no solo para nutrir la alta costura de un tejido innovador, sino también para utilizarla en los tejidos de la ropa de cama de hospitales, el interior de los vehículos… ¿Lo mejor de todo? El proceso de producción: sin productos químicos o pesticidas.
Fibra de leche ¿Una novedad?
Pero la fibra de leche no es un invento de la microbióloga de Hanover, como ella misma ha reconocido para medios como el Huffington Post, aunque son muchos los que la han criticado por adjudicarse, según ellos, el descubrimiento. La fibra de leche lleva utilizándose años bajo nombres como: Milkofil, Aralac, Merinova o Lanatil. Sus primeros usos proceden de Italia y EEUU en el año 1930, en parte, para ampliar el suministro de tejidos en tiempos de guerra, de la lana y el algodón. A partir de la caseína, la fibra resultante toma la consistencia de la seda, pero con propiedades antibacterianas totalmente naturales.
Preguntada Damaske sobre los rumores que rodean su supuesta invención afirma: «Yo nunca dije que la fibra de la leche es un invento nuestro. Lo que sí podemos afirmar que, a diferencia de las otras fibras anteriores de la leche, la fórmula Damaske reduce drásticamente el tiempo, agua y productos químicos requeridos para su fabricación: «Tenemos la primera fibra natural industrial» afirma. «No utilizamos productos químicos, ¡solo ingredientes naturales! En comparación con la fibra anterior, nuestra fibra es biodegradable, el proceso no toma más de una hora, y sólo necesitamos un máximo de dos litros de agua.»
Si quieres puedes ver aquí el vídeo de su colección:
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Redacción QUO