¿Sabíais que los barcos que surcan mares y océanos usan un tipo de combustible denominado «bunker» que es el diésel más contaminante que existe en el mundo? Es un lodo tóxico, similar al alquitrán, que generalmente contiene 3.500 veces más azufre que el diésel usado en los automóviles y, cómo no, es más barato.

Este tipo de combustible es el responsable de al menos el 13% de emisiones de óxido de azufre en todo el mundo, además de un 15% de los óxidos de nitrógeno y un 3% de las emisiones de CO2. Unas cifras que aumentarán, desafortunadamente y de forma considerable, en los próximos 30 años. Serían cifras más alarmantes si hubiera tierra a la redonda, aunque como ocurre en alta mar pasan más desapercibidas. Pero, sorpresa, se estima que estas emisiones están acabando con la vida de unas 60.000 personas al año y contaminan tanto como 1 millón de coches en plena ciudad. Por ello, iniciativas como la de esta compañía de cruceros noruega son un ejemplo a seguir: transformar los deshechos en energía, en este caso, con restos de pescados muertos.

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El futuro de los barcos que están en alta mar quemando toneladas de combustible tiene que estar dirigido a la energía verde, aquella que no contamine y no promueva el cambio climático. Y la compañía noruega Hurtigruten ha decidido dar el paso. Actualmente, cuenta con 17 cruceros y desde este año, hasta 2021, espera haber convertido 6 de sus buques a biogás (gas natural licuado, más limpio que otras opciones). No solo eso, también quieren fomentar el almacenamiento de energía renovable, con baterías gigantes que les permitan funcionar de forma más limpia. Además, están prohibiendo en sus barcos el uso de plásticos de un solo uso en un esfuerzo por ser más sostenibles para el medio ambiente.

¿Pescado como combustible?

Noruega cuenta con 83.000 kilómetros de costa y la pesca es un elemento central dentro de su industria. Para que os hagáis una idea, el 75% de la población que reside en la zona norte del país se dedica al negocio y el país es el segundo mayor exportador de pescado del mundo. Por ello, usar los restos de los pescados muertos es una muy buena opción. ¿Para qué tirarlos a la basura si pueden transformarlo en biogás? La mezcla de todas estas sobras, unidas a otros deshechos alimentarios, se convierten en un compost sólido que luego se licua para usar en lugar del diésel.

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El director ejecutivo de la compañía naviera, Daniel Skjeldam, apunta que Noruega debe aprovechar el volumen de deshechos que genera en la industria de la pesca en su propio beneficio: «La pesca crean mucho empleo, produce ingresos, pero también muchos productos de deshecho. El acceso a tales volúmenes de residuos orgánicos da a Noruega una posición privilegiada en el mercado del biogás. Estamos viendo el comienzo que en unos años se convertirá en un sector enorme».

Fuente: The Guardian

Alberto Pascual García