Después de años investigando sobre un centenar de ellas, incluido algún estudio de campo en Micronesia, he podido comprobar que sí existen dichos elementos comunes. Y además, que cualquier fantasía sexual, por extraña que nos parezca, puede ser o ha sido de hecho una rea­lidad cotidiana en algún lugar del mundo. En un estudio transcultural realizado por G. J. Broude y S. J. Greene sobre las 186 sociedades de la Standard Cross-Cultural Sample referente a 20 prácticas y actitudes sexuales, se desvela que el 37,8% de ellas considera el sexo y la actividad sexual como algo absolutamente natural y normal. Para un 10,8%, sin embargo, existen ciertas limitaciones que dependen del grupo de personas del que se trate. Un 18,9% de los sujetos investigados ve en la práctica del sexo algo absolutamente arriesgado, y un 27% lo llega a considerar peligroso si no se adapta a las condiciones establecidas (tiempo, lugar, técnicas, etcétera).
El 5,4 por ciento restante justifica su actividad sexual con algún tipo de compensación, como, por ejemplo las purificaciones rituales.

Redacción QUO