En el año 1296, el rey Eduardo I de Inglaterra, llevó a cabo una campaña militar, que le permitió apoderarse de las principales fortalezas de Escocia. Y, durante la misma, sus tropas utilizaron un arma apodada de Warwolf que, según las crónicas, fue la catapulta más grande jamás construida.
Y, ahora, unas excavaciones realizadas para construir un hotel de lujo, han permitido realizar un descubrimiento extraordinario. Se trata de un proyectil de piedra del siglo XIII, que fue usado durante el asedio por el ejército de Eduardo al castillo de Edimbugo.
El proyectil era untado con aceite y, luego, tras prenderle fuego, era arrojado con una catapulta contra los muros de la fortaleza enemiga.
Se dice que la potencia de la catapulta era tal, que de un solo impacto lograba derribar un muro entero. La fama de su poder destructivo hizo que, en alguno de los asedios, los rebeldes escoceses se rindieran con solo verla.
Fuente: archeologynews.org
Vicente Fernández López