Para dar respuesta a esta consulta nos fjamos en un estudio elaborado por la FAO, «Valores nutricionales de los insectos para consumo humano», en el que se detallan las proteínas, minerales, vitaminas y calorías que puede aportar una dieta de insectos. El problema es hacer que esta sea exclusiva.
Vivir a base de grillos, larvas y escarabajos puede permitir satisfacer las necesidades calóricas y minerales, pero hay vitaminas para las que la entomofagia va a rastras. Si bien contienen cantidades similares de cobre, selenio, sodio, potasio, hierro y zinc, en vitamina B12, por ejemplo, no van sobradas. Y la B12 es fundamental para el metabolismo celular y el normal funcionamiento del sistema nervioso. Tampoco se caracterizan por un adecuado contenido en vitamina A, esencial para la piel o la vista. Por lo tanto, a menos que queramos ir con los nervios de punta, con mal de ojo (literalmente) y la piel poco saludable, limitarse a una dieta de insectos en exclusiva no es saludable. Pero sí podría ser la única fuente de proteínas para una persona, adulta o niño.
Redacción QUO