Según un nuevo estudio publicado en la revista Current Biology, aquellos niños que están expuestos a la violencia familiar desarrollan patrones de actividad cerebral idénticas a las de los soldados cuando entran en combate.

Para llegar a estas conclusiones, los investigadores del Instituto de Neurociencia Cognitiva del University College de Londres, examinaron el impacto de la violencia doméstica en el desarrollo emocional en niños de 12 años que habían sido derivados de asistentes sociales de Londres, para lo que utilizaron distintas pruebas cerebrales como la imagen por resonancia magnética funcional (IRMf), un procedimiento clínico y de investigación que permite mostrar en imágenes aquellas regiones cerebrales que ejecutan un tipo de tarea determinada.

Los resultados obtenidos mostraron a los investigadores que aquellos niños sometidos a la violencia doméstica tenían un patrón similar al resultado de otro estudio reciente realizado en soldados, donde se mostraba un aumento de actividad en dos regiones clave: la amígdala y la ínsula anterior, cuyo papel principal es el procesamiento y almacenamiento de reacciones emocionales. Esto indica que soldados y niños se habrían adaptado al ambiente hostil desarrollando una capacidad de estar ‘alerta’ o muy atentos ante el peligro.

Según las estimaciones indicadas por los investigadores británicos, el impacto de la violencia física se traduce en un 4 a 16%, mientras que la violencia de género causa un impacto en las mentes infantiles de hasta un 25%. «Estas experiencias de maltrato, representan una forma de estrés ambiental que aumenta significativamente el riesgo de psicopatología posterior, incluyendo la ansiedad» afirma el estudio.

Una de las consecuencias más importantes generadas por esta ansiedad, podría ser la depresión, la cual ya es de las principales causas de discapacidad y mortalidad.

Redacción QUO