La eclosión de programas y talent show de cocina en las cadenas de televisión española es espectacular. ¿Cómo se explica que estemos dispuestos a mantener la atención durante media hora cuando podemos leer la receta en un minuto? Bence Nanay, profesor de Psicología Filosófica de la Universidad de Amberes, lo llama la paradoja del show de la cocina y, en contra de lo que podríamos suponer, nada tiene que ver con el aprendizaje de trucos para añadir a nuestro repertorio culinario.

En un artículo publicado en Psychology Today, explica que cuando vemos programas de cocina, las imágenes provocan en nuestra mente sensaciones gustativas y olfativas similares al olor y sabor de los alimentos que nos presentan en la pantalla. Son las imágenes mentales multimodales que involucran a dos o más sentidos. El ejemplo más común es el de las imágenes (visión) que se forman de forma involuntaria cuando escuchamos algo (audición).

Saborear sin necesidad de probar

Studio portrait of young man with blindfold sitting in front of two glasses with red liquid

Duston ToddGetty Images

“Lo mismo ocurre con el gusto y la percepción del sabor. Un caso un tanto obvio de esto serían esos restaurantes en los que se ha puesto de moda comer en la oscuridad, sin saber qué se le sirve en el plato. Es difícil no tratar de visualizar lo que hay en él”, indica el filósofo. Otro ejemplo que propone es más sofisticado y tiene que ver con el comportamiento de los chefs. “Te confrontan con sabores que activan imágenes visuales de ciertos colores, y luego juegan con la interacción entre estos colores. Unas veces los colores que los sabores traen a la mente se confundirán y otras se armonizarán. Y a menudo ni siquiera serás consciente de que ese alimento que te parece desconcertante no tiene nada que ver con su sabor, sino con el color que previamente visualizaste”.

Aplicando estas teorías a la paradoja del show de la cocina, Bence explica que miramos programas de gastronomía porque disfrutamos de las imágenes mentales multimodales a las que nos conduce nuestra experiencia visual y, además, sin sumar calorías.

Marian Benito