En ciertos casos, casi todos los tartamudos son capaces de hablar de una forma fluida. Susurrar, silabear, recitar o cantar son ejemplos donde su expresión adopta un ritmo muy cercano al de los demás. En realidad, no es cantar lo que facilita el habla, sino que la situación sea distendida. Y en general, cantamos a solas, en familia, etc.; en situaciones en las que se percibe control.

Pero, seguramente, ante desconocidos no lograrían cantar si eso les produce ansiedad. El problema en la vida cotidiana es que, a menudo, las circunstancias que disparan la tensión o la inseguridad fomentan que el habla se bloquee. Por eso, el tratamiento de la tartamudez tiene dos fases: la primera, aprender a controlar el modo de expresión, para que esta permita un máximo de fluidez; y la segunda, aprender a controlar la ansiedad.

Redacción QUO