«Yo cantó muy bien, pero se me escucha fatal» así bromeamos muchos cuando se nos pregunta por nuestros dotes musicales. Pero, en realidad, esta afirmación podría esconder una falsedad. Según explica el profesor de música Steven M. Demorest en un artículo reciente publicado en The Conversation, todos tenemos la capacidad de cantar.

Varias investigaciones confirman la teoría de Demorest y han demostrado que muchos adultos que se consideran como no aptos para la música, fueron niños a los que se les aconsejó no cantar en su infancia por parte de sus profesores o miembros de su familia. Pero, en su opinión, «los niños son músicos naturales, ya que fácilmente cantan, bailan y reproducen los sonidos musicales que escuchan desde que son bebés. La gente me pregunta constantemente cómo puede saber si su hijo tiene talento musical. Yo les aseguró que todos ellos tienen la capacidad de hacerlo y que se puede desarrollar».

Sin embargo, «a medida que se van haciendo mayores, muchos empiezan a recibir mensajes negativos de sus compañeros, familiares, amigos, medios de comunicación y (por desgracia) de sus profesores de música que afirman que esto no es lo suyo, que no tienen ‘talento'».

El profesor reconoce que programas como American Idol han promovido la falsa idea de que el canto es una extraña habilidad reservada para un grupo de afortunados y que los que no tienen tanto talento «se enfrentan a ser ridiculizados y eliminados». Pero esta mentalidad sobre el talento de la música va completamente en contra de lo que la psicóloga Carol Dweck denominó como «la mentalidad de crecimiento», algo que se considera crítico para el aprendizaje. Aquellos estudiantes que ven su éxito como el resultado de un duro trabajo, serán perseverantes a la hora de conseguir completar retos y desafíos, mientras que aquellos que han recibido mensajes negativos sobre su éxito o su falta de habilidades, están condenados a abandonar.

«Mi propia investigación me ha hecho ver que aquellos niños que tienen una visión negativa de sí mismos como cantantes, son mucho menos propensos a participar en actividades musicales de ningún tipo. Esta auto-percepción de falta de talento musical, puede convertirse en una profecía autocumplida. Es más, las investigaciones muestran que aquellos adultos que abandonaron la música pueden perder sus habilidades para cantar por culpa del abandono».

El profesor alerta también de que «los niños que aman la música, pero no piensan que sean buenos en ello, corren el riesgo de quedar excluidos de muchos de los beneficios sociales y cognitivos que la música aporta. Y estos beneficios no tienen nada que ver con el talento».

Fuente: theconversation.com

Rafael Mingorance