Están a punto de cumplirse 43 años del asesinato de Sharon Tate –esposa de Roman Polanski– a manos de la secta de Charles Manson. A pocos metros de donde sucedió esa tragedia estaba ocurriendo, a cambio, uno de los mejores sucesos de la música del siglo XX: Paul Simon y Art Garfunkel estaban componiendo en su casa de Blue Jay Way las canciones que luego formarían el LP Bridge over troubled water, que salió ya en enero de 1970.
Como tanta otra gente desde que existen las grabadoras caseras, Simon y Garfunkel estaban registrando los esbozos que iban componiendo. Un día de ese veranoPaul estaba con su hermano Eddie, al que no se le ocurrió otra cosa que golpear la tapa del piano de cola del salón de modo rítmico, al tiempo que a su amigo Stewie Scharff le dio por rasgar la guitarra pero tapando las cuerdas para que no se notara qué nota se daba; solamente se oía un rasgar. La suma de ello quedó como queda en el principio de esta canción, Cecilia:
Si te has fijado, hay algunas cosas más: unas palmas y una maraca –que se añadieron en el estudio, junto con un eco–, pero la base rítmica eran aquellos golpes y ese rasgado. La cosa no tendría mayor importancia si no fuera porque, de esa base solamente grabaron 1 minuto y 15 segundos; y como la canción que se compuso después duraba unos 2 minutos 50, hubo que ensamblar varios trozos seguidos. Eso ahora es tan fácil como copiar y pegar una secuencia en el programa ProTools. Antes consistia en… copiar y pegar, literalmente, una cinta magnetofónica. Esas «tiras» de repeticiones se llaman «loops» y ésa era una de las primeras veces que se hacía en la industria discográfica.
Redacción QUO