La voz suena diferente porque es diferente. «Cuando hablamos, los pliegues vocales de nuestra garganta vibran, lo cual hace que vibren también la piel, el cráneo y otras cavidades. Y todo es percibido como sonido«, explica Ben Hornsby, profesor de audiología en la Universidad de Vanderbilt. Las vibraciones se mezclan con las ondas sonoras que van desde la voz hasta el tímpano, dando a la voz una calidad generalmente más profunda y digna, que nadie más puede captar.
Un altavoz o dispositivo de grabación transmiten el sonido por medio del aire. «El sonido que estamos acostumbrados a escuchar tiene una frecuencia baja, procedente de las vibraciones óseas», dice Hornsby. «Nos gusta porque suena rico y pleno«. La mayoría de nosotros nos avergonzamos al oír nuestra voz grabada porque nuestro cerebro se resiste a aceptar que esa voz extraña es la nuestra».
Redacción QUO
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