Una duda: “¿cómo es posible que todo el mundo necesite exactamente ocho horas para trabajar? Todos se han puesto de acuerdo para revolver papeles de 9 de la mañana a 5 de la tarde y, mientras estás atrapado cumpliendo tu pena en esas horas, te ves obligado a inventarte actividades para llenarlas”. Así habla Tim Ferriss, el nuevo gurú de Silicon Valley y autor de La semana laboral de 4 horas. Lo que este treintañero propone es una “dieta baja en información”, con las cantidades mínimas de BlackBerry, internet y correos electrónicos. No es que los considere perjudiciales en sí mismos. “Igual que ocurre en la medicina, es la dosis la que hace el veneno”, asegura. Y parece que esta no tendría por qué ser tan alta. El economista Vilfredo Pareto estableció el siglo pasado que el 80% de la producción procede del 20% de los empleados y que cada trabajador genera el 80% de su rendimiento en el 20% de su jornada. El resto del tiempo lo dedicamos a llenar las horas. Leyendo blogs, por ejemplo. Según un estudio de America Online and Salary.com, las empresas estadounidenses pierden unos 795.000 millones de dólares cada año por las horas que pasan sus empleados navegando por la red. Y, según el Euroíndice IESE-ADECCO, los países europeos con jornadas medias más cortas (Alemania y Bélgica) presentan una mayor productividad por hora.
A pesar de ello, los ministros de Trabajo de la UE están convencidos de que todavía podemos esforzarnos más. Hasta 65 horas semanales. Esta fue la propuesta que pusieron sobre la mesa en junio y ahora vuelven a ella para sazonar la desaborida vuelta de las vacaciones y añadir una razón más al síndrome posvacacional. A fin de año quizás esté aprobada.

¿Una vuelta atrás?
España se ha negado, pero una realidad es indiscutible: la mayor parte de las familias ha perdido poder adquisitivo y alarga sus jornadas más de lo habitual para llegar a fin de mes. Sucede aquí y fuera, se alcanzan semanas laborales maratonianas de 78 horas. Habría que poner “un tope máximo legal”, pensando ante todo en el personal sanitario y los problemas que plantean sus guardias y horas de descanso. Otras razones que los expertos mencionan son los pasos fuertes que vienen dando China e India, países donde se fabrica más y más barato. ¿Pero era necesario compararnos con los lugares con jornadas laborales inhumanas y sueldos bochornosos? “Late un cierto tufo de explotación o de inversión del modelo económico y es un contaminante de la buena armonía social”, nos comenta el médico y psiquiatra José Díaz Franco, presidente de la Sociedad Española para el Desarrollo de la Medicina del Trabajo. No parece que la medida vaya a recibir demasiados aplausos. Según revela un estudio del economista Richard Layard, profesor en la London School of Economics, ya dedicamos bastante tiempo, el 42% de la semana, a aquellas tareas que consideramos más ingratas, como desplazarse hasta el trabajo, trabajar, regresar de nuevo al hogar y realizar las labores domésticas. Así las cosas y si, de acuerdo con la última Encuesta Europea sobre las Condiciones de Trabajo, ya existen más de 40 millones de trabajadores europeos que sufren estrés, más de tres millones que padecen violencia laboral y más de 13 millones sometidos a mobbing, ¿qué se puede esperar cuando la jornada laboral multiplique su duración?

¿Has dimitido y no lo sabes?
El siguiente test, incluido por el psicólogo Iñaki Piñuel en su libro La dimisión interior, permite evaluar si estás cansado de tu trabajo. A partir de tres síntomas con contestación afirmativa, la probabilidad de que estés harto empieza a ser alta.
1.- Sensación de inutilidad o de estar acabado profesionalmente
2.- No poder enfrentarse emocionalmente a nada
3.- Sentimiento de culpabilidad por no hacer algo bien
4.- Impresión de “no poder más”
5.- Agotamiento al levantarse y al final de la jornada
6.- Apatía hacia las necesidades de los demás y los problemas en el trabajo
7.- Sensación de estar quemado por el trabajo
8.- Experimentar una frustración continua
9.- Agobio por tener que trabajar con personas
10.- Sentirse abrumado por una cantidad de trabajo insoportable

Redacción QUO