Tésis paranormal.
En países como España, Italia y México son habituales los casos de imágenes sagradas (vírgenes, cristos…) que supuran supuestas lágrimas ensangrentadas. La Iglesia católica no admite oficialmente este fenómeno como algo milagroso. Pese a ello, para algunos creyentes se trata de un aviso, ya que la Virgen lloraría sangre por el dolor que le causan los pecados humanos.
Tesis científica.
Al margen de que muchas de estas vírgenes llorosas sean fraudes descarados, la ciencia también ha encontrado explicación para los casos más controvertidos. La mayoría de estas figuras son huecas y están rellenas de cera que, en ocasiones, se licúa y tiñe con un pigmento rojizo por la acción de dos bacterias, la Serratia marcescens y la Serratia rubidea.
¿Estigmas oculares? Sangrar por los ojos ni siquiera es un fenómeno habitual entre los místicos, poseídos y demás “fauna contactada”. La tradición católica apenas recoge una docena de casos. El más famoso fue el de Teresa Neumann, campesina bávara que, en 1950, se hizo famosa por los ríos de hemoglobina que supuestamente chorreaban desde las cuencas de sus ojos.
Sudor sanguinolento. Según los Evangelios, la noche antes de su crucifixión, Cristo ya presentía su muerte y sudó sangre mientras oraba en el Huerto de los Olivos. Un fenómeno que no tiene nada de milagroso. Los médicos lo llaman hematohidrosis, y se produce cuando los vasos capilares del rostro se rompen por graves heridas, o agotamiento y miedo extremos.
La muerte roja. La hematohidrosis sirvió de inspiración a Edgar Allan Poe para La máscara de la muerte roja, en la que las víctimas de una extraña plaga medieval exudan toda su sangre por los poros del rostro.
Redacción QUO