Sí, lo es. Cuando no tenemos ninguna clase de señal que nos ayude a orientarnos como una niebla espesa o una tormenta de nieve, aunque creamos que vamos en línea recta, siempre estamos caminando en círculos.
En 2009, el instituto Max Planck quiso sacarnos de la duda. Dejó a unos voluntarios en un desierto al sur de Túnez y a otros en un espeso bosque de Alemania. Un GPS seguía sus movimientos. Si veían la Luna o el Sol, no tenían problemas en avanzar en línea recta, pero cuando estos se ocultaban… reinaba el caos y volvían a andar en círculos. Se vendó los ojos a un tercer grupo y el resultado fue aún más evidente. La investigación demostró que el ser humano carece de un sentido de la orientación innato si se le priva de puntos de referencia.
*Publicado en Quonectados nº 217
Redacción QUO
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