Hoy, de modo general, se entiende que la pizza napolitana es aquella que tiene la masa más fina y los bordes altos e imperfectos. Pero lo cierto es que es el modo en el que nació, según nos cuentan precisamente en Pizza Napoli, una cadena de pizzerías de Madrid. En aquella época se trataba de algo parecido a un bocadillo energético para obreros hecho con masa de harina de trigo.

Esa masa sigue haciéndose así, y lo auténtico es añadirle aceite de oliva virgen de la región de la Campania. Y se cubría originalmente con pizzaiola, un guiso hecho de carne de las zonas menos nobles del buey, pimiento, tomate y aceite de oliva. Pero luego se han añadido otros ingredientes.

La gran aparición histórica de la pizza se cuenta con mucha precisión en el premiado blog del cocinero Pepe Iglesias, de este modo:

«En 1889, más concretamente el día 1 de Junio, los reyes de Italia, Humberto I de Saboya y su esposa, Doña Margarita, visitando la ciudad de Nápoles, en un gesto de acercamiento al pueblo, pidieron una pizza, que era una especie de bocata para marineros y braceros, que se vendía en puestos callejeros ambulantes, y el afortunado pizzaiolo, un tal Raffaele Esposito, que trabajaba en la panadería ‘Pietro… e basta così’, jugando con el rojo del tomate, el blanco del queso mozzarella y el verde de la albahaca fresca, preparó una con la bandera de la nueva Italia (Italia nació de manos del padre de este rey, Vittorio Emanuele II, porque antes eran reinos dispersos, nunca un país o nación), y la bautizó con el nombre de la reina, Pizza Margarita (en italiano, Margherita)».

Redacción QUO