Un niño de 11 años. Por pura serendipia. Se llamaba Frank Epperson, y un frío día de invierno en 1905, decidió prepararse la que por entonces era la bebida refrescante de moda: agua mezclada con polvos de soda.
Preparó su mezcla en el porche con una cuchara de madera, pero a mitad del proceso sus progenitores le reclamaron al interior de la vivienda. Se olvidó del preparado y, a la mañana siguiente, se encontró que su refresco se había convertido en un bloque de hielo. Con la cuchara de palo dentro. Lo sacó del molde e informó de sus hallazgos. 18 años después, el pequeño Frank retomó su invento, lo patentó y se hizo de oro vendiendo polos de hielo de todos los sabores con su propia marca: Popsicle.
*Publicado en Quonectados
Redacción QUO