Cómo disfrutaría la cantante Celia Cruz si levantara la cabeza y viera que su discreta receta para triunfar en el amor tiene ya aval científico: «Una taza de cariño, un chín chín de pimentón. Revolverlo con ternura y dar besitos a montón. Una pizca de alegría y un costal de comprensión. Y todas las noches, le pongo sazón».

Con otras palabras, pero idéntico argumento, la investigadora de la Universidad de Kentucky Christine Leistner acaba de publicar en el portal del Instituto Kinsey la forma de que los nuevos padres aprendan a mantener la pasión a fuego lento. Su receta para lograr la felicidad conyugal empieza con un toque de espontaneidad y una buena dosis de pasión.

Cuando la pareja inaugura paternidad, la sexualidad femenina suele pasar a un plano segundón, casi insignificante, que repercute en un deterioro progresivo de la relación. Reserva sus pechos para la crianza de los hijos, siente vergüenza de su cuerpo transformado y abandona su habitual coqueteo. Solo las mujeres que mantienen activa su vida sexual y romántica consiguen que las parejas tengan una mayor estabilidad.

¿Cómo hacer compatible su rol de esposa con el de madre? Leistner habla de responsabilidad compartida, pero aconseja además a los hombres incluir a su pareja en sus juegos eróticos individuales y expresarle pensamientos y sentimientos positivos. Esta muestra de cariño conduce al encuentro erótico más intenso. Y, cada noche, esforzarse por llenar el dormitorio de pasión, picantón y ternura. En definitiva, ponerle sazón.

Redacción QUO