La momia de Tutankamón no gana para sustos. Ya en 1922, cuando fue descubierta por Howard Carter, sufrió varios destrozos. Entre ellos el de su pene, que se rompió y quedó semioculto entre la arena que acompañaba los restos hasta el año 2005, en el que finalmente fue encontrado.

Pero incluso en la actualidad, la momia sigue sufriendo daños. El más reciente se produjo en 2014, cuando se descubrió que la barba postiza de la máscara mortuoria del faraón se había roto y alguien la había vuelto a pegar burdamente con cola. Una auténtica chapuza, para entendernos.

La fiscalía, a instancias de los responsables del Museo Arqueológico de El Cairo, abrieron una investigación sobre el suceso, cuyos resultados acaban de conocerse ahora. Y lo que ha sucedido es que ocho funcionarios del museo, entre ellos seis restauradores, han sido acusados de comportamiento negligente y tendrán que ir a juicio. «Los funcionarios del museo se ocuparon imprudentemente de una pieza de un utensilio de 3.300 años de antigüedad, fabricado por una de las civilizaciones más fascinantes del mundo», dijo el fiscal encargado del caso.

Redacción QUO