Hay cosas de las que es casi imposible librarse, y una de ellas es la obligación de pagar la hipoteca. Si un banco quiebra, la deuda que tenemos contraída con él pasa a ser propiedad de la entidad bancaria que absorba a la que ha quebrado o, en su defecto, del Estado o la institución que se haga cargo de su administración.
Lo mismo ocurre con el resto de préstamos que nos hayan sido concedidos y con los pagos de las tarjetas de crédito.
Enviada por Raúl Mínguez, Burgos
Redacción QUO