Esta es la clásica noticia que es imposible leer sin evocar la incomparable sonrisa de villano que provoca una maravillosa venganza poética como esta (si puedes, mientras acaricias un gato blanco). Si nos paramos a pensarlo, resulta obvio deducir que los esclavos enviados desde África Occidental hacia el Caribe viajaron con sus virus, parásitos y enfermedades con ellos. Afecciones que dejaron huella en su nuevo país de residencia según han descubierto un grupo de investigadores que ha publicado sus hallazgos en Scientific Reports.

Los investigadores estaban tratando de rastrear el parásito Schistosoma, causante de afecciones como la esquistosomiasis, una enfermedad producida por estos gusanos y que provoca decenas de miles de muertes cada año en zonas tropicales y subtropicales. Los científicos compararon el genoma del Schistosoma mansoni americano con el de su ‘primo’ africano y descubrieron que, probablemente, el parásito cruzó el Atlántico en los cuerpos de los miles de esclavos africanos enviados a trabajar en plantaciones entre los siglos XVI y XVII.

El estudio fue un poco más allá y analizó la historia evolutiva del parásito. Hallaron que tiene un familiar cercano que vive en los roedores, conocido como Schistosoma rodhaini. Fue así como descubrieron que la división evolutiva entre ambos se había producido mucho más tarde de lo que se pensaba, entre hace 107.000 y 148.000 años. Esto convierte al ‘mansoni’ en una especie relativamente nueva en términos evolutivos. Lo más curioso, es que esta división coincidió con un evento importante en la historia humana. «El momento de separación de las dos especies, coincide con la primera evidencia arqueológica de la pesca en África», explica Thomas Crellen, autor principal del estudio. «El parásito se desarrolla en agua dulce e infecta a las personas introduciéndose en su piel. La práctica de la pesca implicaría que las personas pasaran más tiempo en el agua, lo que aumentó las posibilidades de ser infectado por este parásito».

Fuente: iflscience.com

Redacción QUO