El castigo físico a los niños, tanto en la escuela como en casa, está cada día peor visto socialmente. O eso queremos creer. Pero, ¿y si realmente no fuera así? Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Dallas, revela que la aceptación o el rechazo hacia las medidas disciplinarias que impliquen castigos físicos, depende mucho de la palabra que se use para nombrarlos.
Loa voluntarios que participaron en la investigación (entre los que había padres y también personas que no lo eran) se mostraban de acuerdo con el castigo que se iba a aplicar a un niño, cuando se decía que le iban a dar un cachete o un azote. Pero, en cambio, se mostraban contrarioscuando se usaban términos como bofetada o golpe.
Y lo más curioso es que el hecho de que el castigo que realmente se aplicaba al chaval fuera siempre el mismo, no parecía influir mucho en el ánimo de los voluntarios. Era el término empleado lo que provocaba en ellos reacciones positivas o negativas.
Para los autores del estudio, los resultados abren la puerta a un interesante tema de estudio: como el lenguaje influye en que determinados comportamientos o actitudes violentas puedan estar o no socialmente aceptadas.
Fuente: https://www.eurekalert.org/pub_releases/2017-01/smu-cpv010417.php
Vicente Fernández López