Hizo falta un arma de destrucción masiva para matar a Kim Jong-nam, el hijo mayor de Kim Jong-il. No podía ser de otra manera, ya que los genes del que fue Líder Supremo de Corea del Norte no son de este mundo, si hacemos caso a los panegíricos de sus fieles.

Acaba de saberse que los forenses malayos que investigan el rocambolesco asesinato ocurrido en el aeropuerto de Kuala Lumpur (Malasia) han encontrado en el rostro del difunto restos de VX, un agente nervioso considerado arma de destrucción masiva por la ONU debido a su alta toxicidad. Una simple dosis de 0,01 gramos puede matar a un adulto con un peso de setenta kilos. Aunque la que acabó con la vida del desdichado Kim debió ser algo mayor, dado su volumen corporal.

Los especialistas explican que el VX puede presentarse en forma líquida o gaseosa siendo la segunda de ellas la más mortífera. Pero, ¿cual usaron para asesinar al hijo pródigo del régimen norcoreano? La policía aún no lo sabe con certeza. Aunque en un principio se sospechó que podían haberle inoculado el veneno con agujas, la grabación de una de las cámaras del aeropuerto que recogió toda la secuencia del asesinato, muestra como dos mujeres rodearon a Kim. Una de ellas lanzó un líquido a su rostro y, a continuación, la segunda le secó con un trapo. Los investigadores creen que la sustancia letal estaba en el trapo, y que el liquido que le tiraron a la cámara solo fue una maniobra de distracción.

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Es probable que Kim comenzara a notar como se le nublaba la vista, que tuviese nauseas repentinas y que cada vez respirase peor mientras sentía como su corazón se aceleraba de forma endiablada antes de morir. ¿Pensaría en Mickey Mouse antes del instante falta? Porque no conviene olvidar que Kim firmó su sentencia de muerte hace quince años, el día que decidió hacer realidad su sueño más anhelado: celebrar su cumpleaños en Disneylandia.

Kim Jong-nam nació el 10 de mayo de 1970 fruto de la relación de Kim Jong-il con una mujer llamada Song Hye-rim. El aquella época Kim Jong-il aún no era el Líder Supremo de Corea del Norte (cargo al que accedería en 1994), sino un joven tímido y apocado que vivía a la sombra de los designios de su padre, que entonces era el dirigente de la nación. Y dado que su padre no aprobaba aquella relación sentimental, Kim Jong-il temeroso de su ira (se ve que el futuro tirano no tenía un espíritu rebelde en su juventud), le ocultó la noticia del nacimiento de su hijo.

Aquello hizo que Kim Jong-nam se convirtiera casi en un proscrito desde el mismo momento de su nacimiento. Su madre fue desterrada a una remota aldea para que nadie se enterase del nacimiento de su hijo. Durante muchos años, oficialmente, el pequeño Kim no existió. Creció solo, como un niño con sobrepeso, sin amigos, sin poder ir a un colegio, y siendo educado por su madre y una tía. Aunque existen fotos que revelan que su padre le visitó con relativa frecuencia.

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Pero todos los padres, hasta los que se convierten en dictadores, tienen su corazoncito por pequeño que sea y ,en 1996, cuando Kim ya tenía veintiséis años, decidió rehabilitarlo. El muchacho, convertido ya en un joven obeso, regresó a la capital, fue presentado en público e ingresó en una escuela de élite para hijos de los altos cargos del partido. Todo parecía indicar que Kim Jong-il (que ya tenía otros hijos) le había elegido para ser su sucesor. Incluso comenzó a acompañarle en algunos de sus escasos viajes oficiales. Pero todo se torcería fatídicamente en 2001.

Como ya dijo, Kim Jong-nam fue educado por su madre, que había vivido fuera de Corea del Norte varios años. Y creció escuchando como ella le contaba los argumentos de las películas de Walt Disney y le dibujaba a algunos de su personajes. Y así nació en él un deseo irrefrenable de visitar Disneylandia, un lugar que en su imaginación debía de ser algo equiparable al paraíso.

Pero se trataba de un paraíso que era uno de los símbolos del enemigo occidental, lo que provocaba que su padre se opusiera tajantemente a que realizara dicho viaje. Lo que ocurrió es que, a diferencia de su papá, Kim Jong-nam si tenía algo de rebelde en su interior y decidió hacer su soñada excursión en secreto.

Y fue el 10 de mayor de 2001, el día de su cumpleaños, cuando saltó el escándalo. Kim fue detenido en el aeropuerto japonés de Narita, cuando viajaba usando un pasaporte falso con un alias chino, Pang Xiong, que significa Oso Gordo. Acabó confesando a las autoridades niponas que el motivo de su viaje era visitar el parque Tokyo Disneyland y, tras varios días retenido, fue deportado.

Regresó a su patria, pero su destino ya estaba echado. El bochorno y la vergüenza que sintió su padre provocó que Kim cayera del puesto de privilegio que ocupaba en la línea sucesoria, y que su lugar lo ocupara su hermanastro Kim Jong-Un. Para justificarlo oficialmente, los engranajes del partido comenzaron una campaña de propaganda en la que aseguraban que el puesto de sucesor del Líder Supremo solo podía ocuparlo el hijo de una mujer que hubiera sido muy amada. Y, según el régimen norcoreano, la madre de Kim Jong-Un había sido mucho más amada que la de Kim Jong-nam.

El pobre Kim volvió así a ser un hijo repudiado y, como tal, decidió alejarse de su familia. Durante los años siguientes estuvo viviendo de incógnito en Macao, usando un pasaporte falso portugués. Solo volvió a Corea del Norte con motivo de la muerte de su padre, aunque se mantuvo en un discreto segundo plano.

Dicen quienes le trataron que nunca conspiró para tratar de arrebatarle el poder a su hermanastro Kim Jong-Un, actual líder de la nación. Y si eso es así, ¿suponía este hombre algún peligro para el régimen de Corea del Norte?

Las autoridades del hermético país asiático han rechazado toda responsabilidad en su asesinato. Aunque lo cierto es que la policía malaya ya ha detenido a las dos mujeres norcoreanas que aparecen en el vídeo grabado en el aeropuerto y que han proclamado su inocencia. Alegan que creían que estaban participando en un programa de cámara oculta para la televisión, añadiéndole así un gramo más de delirio a esta, ya de por sí, delirante historia.

¿Fue entonces un asesinato político o se debió a otras causas que todavía se desconocen? La investigación irá desgranando los numerosos enigmas de este caso. De momento, lo único cierto es que Oso Gordo ya no podrá volver a ver nunca más a su querido Mickey Mouse.

Vicente Fernández López