¿Has sentido en más de una ocasión que en el interior de tu cabeza surge algo parecido a una corriente eléctrica, acompañada por un sonido que cada vez se va haciendo más fuerte, hasta que acaba creando la impresión de que algo ha estallado en su interior? Si es así, es que has sufrido el llamado síndrome de la cabeza explosiva. Quienes se han enfrentado a él lo describen como una sensación realmente desagradable. La buena noticia es que no parece tener consecuencias graves para la salud de la persona.

Este tipo de trastorno se inscribe en la categoría de las llamadas parasomnias, un grupo de desórdenes que se producen generalmente en el estado de duermevela,como la llamada parálisis del sueño. Y efectivamente, la mayoría de los casos se dan mientras la persona está a punto de dormirse, aunque también se han registrado episodios en los que la paciente está completamente despierta.

Y decimos la paciente porque los estudios realizados parecen indicar que las mujeres lo sufren más que los hombres. El trastorno se diagnosticó por primera vez en Inglaterra en 1883. Al principio se consideró algo sumamente extraño pero, a lo largodel siglo XX, se vio que era más frecuente de lo que se pensaba. Su modo de actuar tampoco sigue un patrón claro. Hay quien lo sufre durante largos períodos de tiempo, y quien solo manifiesta un único episodio en toda su vida.

Pero, ¿qué lo causa? De momento, los médicos aún no lo saben. Se han barajado muchísimas hipótesis, desde alguna lesión en uno de los huesos del oído hasta alguna deficiencia del lóbulo central del cerebro. La más reciente apunta a que podría tratarse de un estallido súbito de actividad neuronal. Pero ninguna de ellas ha sido demostrada de forma convincente. Aunque la mayoría de los especialistas están convencidos de que no se trata de un trastorno de tipo somático y que hay alguna causa física o neurológica que lo provoca.

Lo único que se sabe con certeza es que quien sufre uno de estos ataques pasa momentos de gran angustia. Pese a ello, estos episodios no dejan secuelas neurológicas apreciables e, incluso los que se prolongan durante varios meses, acaban por desaparecer de la misma forma en que comenzaron.

Vicente Fernández López