La barrera de las dos horas en la maratón sigue siendo infranqueable. Este sábado, tres atletas, Lelisa Desisa, Eliud Kipchoge y Zersenay Tadese) trataron de romper esa frontera ya mítica, en una prueba organizada por Nike en el circuito italiano de Monza. Durante un tiempo, pareció que uno de ellos, Kipchoge, iba a conseguirlo. Pero, finalmente, tan solo puedo acariciar el sueño, logrando aún así una marca espectacular: 2 horas y 24 segundos.

No se puede hablar de fracaso, ya que ha sido la maratón más rápida de todos los tiempos y, según los especialistas, deja claro que es humanamente posible conseguir rebajar la marca de las dos horas. Pero, ¿cuándo? ¿Y quien será el afortunado?

La respuesta a la primera pregunta la adelantó en 2011Francois Peronnet, un investigador de la Universidad de Montreal, en Canadá. Analizando la progresión de las marcas logradas, llegó a la conclusión de que la barrera de las dos horas podría quedar rebasada en 2028.

Pero no todo el mundo es tan optimista. El mítico corredor etiope Haile Gebrselassie, quien batió uno de los récords mundiales en 2008, al correrla en dos horas y tres minutos, declaró hace tiempo que no cree que sea posible lograr esa hazaña sin ayuda de la tecnología. Por otra parte, no creía que ningún corredor de la actual generación esté físicamente capacitado para ello, y consideraba que tenían que pasar una o dos generaciones más para que apareciese el superatleta capaz de conseguirlo.

Los especialistas consideran que para que se consiga el objetivo se tienen que dar tres factores esenciales: que la carrera se celebre en una pista lisa, que las condiciones meteorológicas sean las idóneas (sin vierto y con una temperatura en torno a los 15 grados), y que aparezca ese atleta superdotado al que se refería el corredor etíope.

El principal problema con el que se enfrentan los corredores es que para lograr la ansiada marca, hay que correr la maratón a un ritmo de unos 2,51 minutos por kilómetro. El pasado sábado Kipchoge lo logró durante algo más de 30 kilómetros, pero en los últimos diez, el cansancio provocado por la acumulación de ácido láctico en sus músculos le pasó factura, y acabó «aflojando» el ritmo. Pero logrando aún así una marca histórica.

El tema del ácido láctico plantea una curiosa paradoja. Y es que atletas equipados con prótesis de alta tecnología si podrían (en teoría) batir esa marca. Aunque es cierto que ninguno lo ha logrado todavía. Lo que revela que la tecnología todavía no puede suplir las excepcionales condiciones físicas necesarias para este reto.

El mundo sigue esperando, por tanto, a que aparezca el superatleta inmune a la fatiga y al ácido láctico que sea capaz de bajar de las dos horas.

Vicente Fernández López