La llamada Guerra de los Treinta Años, está considerada el acontecimiento bélico más letal de la historia europea, ya que la mortalidad fue (en términos proporcionales) superior a la de la I y II Guerra Mundial. Y uno de los episodios más célebres de dicha contienda fue la llamada batalla de Lützen que, en 1632, enfrentó a las fuerzas del rey Gustavo II Adolfo de Suecia (que falleció en el combate), con las del sacro Imperio Romano Germánico. Es decir, protestantes contra católicos.
Se calcula que más de nueve mil personas murieron en aquella batalla, y sus cuerpos fueron enterrados en enormes fosas comunes. Un equipo de investigadores del State Office for Heritage Management and Archaeology Saxony-Anhalt, ha analizado los restos de decenas de esqueletos aparecidos en una de esas fosas, para estudiar las heridas que sufrieron. Y las conclusiones a las que han llegado son muy interesantes.
Lo más sorprendente, es que la mayoría de ellos presentaban marcas de heridas causadas por armas de fuego, lo que resulta muy llamativo. En aquellos tiempos los mosquetes y arcabuces aún no eran muy numerosos, aunque las crónicas históricas mencionan a una unidad de caballería sueca, llamada la Brigada Azul, que fue aniquilada por disparos de mosqueteros alemanes. El hallazgo hace pensar que los restos pertenecieron a los miembros de dicha unidad.
Curiosamente, las heridas de armas blancas (que eran las más frecuentes en el campo de batalla) no abundan en estos restos. Y algunos esqueletos muestran marcas de heridas que parecen más antiguas, lo que indica que eran veteranos ya curtidos en varias batallas.
Fuente: LiveScience.
Vicente Fernández López